Existen varios caminos que se cruzan en cada decisión política; tomar una decisión responsable es complicado porque significa sufrir daños o no ser dañado; la dificultad se convierte en una encrucijada o dilema porque puede significar emboscada, intriga, conspiración, asechanza, encerrona, traición.
Así, ya pasaron los 100 días de encrucijada en la era Donald Trump, gobernando la nación más complicada e importante del mundo con discursos xenofóbicos amenazantes, antiinmigrantes y con un plan económico dudoso, que el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, no considera viable, pero en México tenemos una clase gobernante, con sus intrigas y encerronas, no están a la altura de las circunstancias globales y nacionales, logrando que el crecimiento económico del país esté en declive.
Mientras, los políticos que integran a los partidos están jugando con sus narcomantas para amenazar, amedrentar e intimidar a sus adversarios; están en constante conspiración y asechanzas, entre ellos mismos se avientan jitomatazos unos a otros, se tiran a los pies, hacen berrinches, no pasa nada cuando hacen teatro y circo. Hasta tienen servicio de peluquería y maquillaje para actuar.
El problema es cuando llegan a los golpes y a las armas, entonces, en su juego utilizan los cuerpos armados de seguridad oficial y paramilitar para dirimir sus diferencias, en este caso existen daños colaterales a terceros: la sociedad, que es la que lastiman y agreden en su juego de guerra sucia. Algunos mueren en estas reyertas de pandilleros y secuaces.
Sus conflictos, las rivalidades, se dan por competencia en ocupar geográficamente zonas oscuras y hacer negocios, en donde cada reunión de gabinete sirve de pasarela de músculos y demostrar quién tiene mayores habilidades en robar la Presidencia de la República; es práctica común este formato.
Es la lealtad entre criminales y secuaces en la emboscada, intriga, conspiración, asechanza y traición. Así es el juego, así funcionan estas cosas, no se permite cuestionar la palabra de Dios en la lucha contra los demonios que malinterpretan las cosas.
El dilema es que la crítica provoca odios e incomodidad. Es la encrucijada política. Es la crisis de la fe. Los críticos son marginados, los ancianos del reino te excluyen y te someten a una tortura psicológica si no aceptas el sometimiento a la verdad que imponen, el adoctrinamiento, de una zona de confort confusa y oscura.
Otra encrucijada es la debilidad del Estado de Derecho en la que el apolítico quiere ser político, una Suprema Corte de Justicia de la Nación sometida al Jefe Poder Ejecutivo con sus actrices como consortes, es parte de la farándula, del teatro y del circo.
Es como el arco iris que llega después de la tormenta, cinismo y saqueo, de la Cámara de Diputados, donde se esconden delincuentes y gozan de impunidad; proseguidos; les permite estar más cerca de Dios, a ver si los protege y regresen reencarnados sin mancha. En el juego de suma cero, esperan el castigo de Dios no el voto de los ciudadanos, ambos se pueden comprar aquí en la tierra.
Por ello, en política no hay inocentes ni ignorantes. A los políticos corruptos no se les detiene, Dios los protege, les avisa a tiempo de los operativos para ser detenidos y puedan escapar, ellos sí tienen contacto con Dios. Saben “ler” no “leer”. Por ello, amenazan con cerrar escuelas si suspenden el precio a las gasolinas, es la política energética.
“Rata de dos patas” es la canción preferida que escuchan y cantan en los burdeles, abrazados de prostitutas y queridos, es el goce del pecado, al fin que ya Dios perdonó a los pederastas, argumenta la jerarquía eclesiástica. Sin estudios universitarios ocupan altos cargas en la administración pública, el único mérito es ser amigo de Dios, hincarse y besar, no ser tocados por la política de austeridad que debe prevalecer en México.
Aquí funcionan adecuadamente los partidos políticos como agencias de colocación, centros de reclutamiento de los “sin estudio”. Cómo no, si en 2017 los recursos para los partidos políticos son de 3 mil 940 millones de pesos, el padrón es de 83 millones de ciudadanos, y la lista nominal electorales registra 81.8 millones, distribuidos en zonas electorales que no son escuchadas por Dios.
En la encrucijada política, existen pleitos entre familias políticas. No tienen hermanos, hermanas ni madre, es la lucha por el poder que significa riqueza económica, en donde Dios perdona todo por dinero, pero el que no perdona es el ser humano.
Los escándalos de la clase política en sus vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado son conocidos y reconocidos a nivel internacional, entre ellos se asesinan; por ello, ya no pueden gobernar en un Estado de Derecho y necesitan de las fuerzas armadas y paramilitares en las desapariciones forzosas como en la guerra sucia sin mancha.
La encrucijada es que los enemigos de las instituciones ya están dentro de las instituciones. Dicen los panistas ‘Si bajan mi salario, tendría que robar’ (Javier Lozano Alarcón, senador panista).
Además, no les alcanza lo que ganan los diputados, se quejan de recibir 73 mil 817.10 pesos mensuales, y diversos apoyos económicos incalculables. No les alcanza, por ello, roban el presupuesto público que asignan a los municipios. El bono navideño de 500 mil pesos que recibieron por aprobar la reforma energética y sus hijos enciendan sus cigarrillos con billetes de 500 pesos.
Ahora buscan aprobar la Reelección Presidencial en sus cadenas de mando, ¿Cuánto costará?, muy poco, porque los bienes públicos se convierten en privados.
La encrucijada política de la historia mundial tiene uno de los muchos casos: Marco Antonio se suicidó en agosto del año 30 a.C. y unos días después hizo lo mismo Cleopatra, su amante. Alejandría, la capital egipcia, quedó cercada por tropas romanas. Egipto se convirtió en una provincia romana y el reinado de los faraones se extinguió para siempre.
Octavio Aristeo López es profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México.
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Twitter: @oaristeo