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viernes, abril 19, 2024

Hacer la revolución antes que la haga el pueblo

De manera habitual se entiende por oligarquía un sistema de gobierno en el que el poder está en manos de pocas personas, puede ser un grupo de latifundistas, dueños de grandes propiedades, empresarios y sujetos acaudalados que suelen actuar para la defensa de sus propios intereses a través de la presión económica y política.

La oligarquía es la degeneración de la aristocracia, y opuesto a la democracia, que no concibe la movilidad social, no quiere ni busca cambios para conservar su linaje y sostener su estilo de vida a toda costa, esto pone en peligro la estabilidad social, económica y política de un país, porque no tienen ética ni moral, que recurre sistemáticamente a la corrupción y violencia para sostener su poder al cual consideran como un derecho adquirido hereditario.

La oligarquía está integrada por familiares y amistades afines, que utilizan técnicas y herramientas aprendidas de gobierno para manipular a los ciudadanos; adquieren autoridad acomodando leyes y opiniones a su modo y deseos.

Fundan jurídicamente la legitimidad y con ello pretenden legitimar la dominación de la oligarquía por medio de leyes, porque se tiene que gobernar con la mayor legitimidad posible; pues, la legalidad no lleva a la legitimidad, los que creen que la legitimidad es jurídica han vivido engañados por años.

Por ello, en el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán en la Corte Federal de Brooklyn, Estados Unidos, declaró Jesús “El Rey” Zambada que le pagó al menos seis millones de dólares al presidente Enrique Peña Nieto, y a nivel estatal, se le pagaba a gobernadores, al procurador, y la policía judicial y municipal.

Dirá el dramaturgo español Alejandro Rodríguez Álvarez, conocido como Alejandro Casona (1903-1965): “Es que no podemos seguir así ni un día más. Los negocios son los negocios; y el bandidaje, aquí, ya se ve, no tiene porvenir…somos una nación sin ideales…vete con ideales a un pueblo de analfabetos y mercaderes…”

Por lo mismo, el Presidente Electo conoce el tejido social, económico y político de México, por lo que sus decisiones están determinadas y afectan a enemigo poderosos como la oligarquía del antiguo régimen, los poderes fácticos (sindicatos, militares, iglesia, Televisa, TV Azteca, empresarios), los mercados financieros y comerciales.

Está haciendo la revolución antes que la haga el pueblo, tiene más del 60 por ciento de aprobación a pesar de que el camino de seis meses a los pinos está lleno de “bombas” mediáticas para dañar su imagen, ha sobrevivido.

Estamos observando que el Congreso de la Unión, voluntad general del pueblo, es parte de la insurrección en contra de esta oligarquía corrupta y asesina; recordemos que el primer congreso  insurgente fue instalado en 1813, que reivindica la soberanía del pueblo; donde la democracia ofrece legitimidad y legalidad.

La independencia primero es proclamada por los congresos; es en el seno del congreso donde se debate la forma de gobierno y las instituciones, por supuesto que la democracia sin límites conduce al despotismo.

La democracia y las consultas ciudadanas son un movimiento emancipador. La democracia forja la unidad. Entonces, dentro de la modernidad política en nombre de la soberanía del pueblo se derogan los privilegios del antiguo régimen oligárquico.

Así, algunas leyes fundamentales son más revolucionarias porque derogan tributos impuestos y decretan la liberación, es el caso del pago de intereses y comisiones insultantes a los banqueros que se encuentra en nuestro país.

La soberanía popular es el principio fundador de la república y la democracia, pero, algunos dudan de la posibilidad de construir instituciones estables al capricho de las fluctuaciones de las necesidades del pueblo, otros piensan que el discurso revolucionario de ruptura con el orden antiguo no es muy compatible con la defensa de las necesidades de la oligarquía del antiguo régimen: esto en suma, ocasiona anarquía.

Por consiguiente, se inclinan por el lado de la monarquía para encauzar el torrente revolucionario, esto crea grupos dinásticos, es decir, sales de una oligarquía y entras a otra oligarquía, este es el peligro que se corre en un país donde predomina la gran propiedad, esclavitud y ausencia de clases populares. Están en busca de un rey imaginario.

Siempre existen tentaciones monárquicas autoritarias en México, apoyados por conservadores y la iglesia. Cierto, que la monarquía legitima la centralización de la autoridad gobernante, asegura la unidad del país, el monarca reina y gobierna, es el eje central de la vida política y la piedra angular de la sociedad, así, existen muchos malos recuerdos de los monarcas que caen en la tentación de militarizar al país.

Pero, no existe temor de inestabilidad política porque tiene una fuerte legitimidad el Presidente Electo, gano por más de 30 millones de votos. Más bien, observo que hay un poder moderado, neutro e imparcial, recomendado por el filósofo, escritor y pensador político Henri-Benjamin Constant de Rebecque (1767-1830).

Los problemas se arreglan y surgen otros nuevo en centro izquierda o centro derecha: “las democracias suelen favorecer a los moderados y castigan a los extremistas…quien quiera hacer política día a día debe adaptarse a la regla principal de la democracia, la de moderar los tonos cuando ello es necesario para obtener un fin, el legar a pactos con el adversario, el aceptar el compromiso cuando este no sea humillante y cuando es el único medio de obtener algún resultado”, escribe el jurista, filósofo y teórico del pensamiento político italiano Norberto Bobbio (1909-2004).

Julio Verne (1828-1905), escritor francés de ciencia ficción, señala la prudencia de un gobernante: “No te enemistes con nadie en este bergantín, pero acuérdate, cuando llegue el día, hijo mío, de que en este tiempo de desgracias el mejor modo de servir a su país es vigilar primero, y después castigar, si es posible, a los miserables que le quieren hacer traición”.

La ira acompaña al hombre en cada decisión, más en el gobernante se manifiesta, Moisés rompe las tablas lleno de ira, es la vitalidad del gobernante. Del héroe, es divino. Izquierda o derecha, el mundo cambia la forma de pensar y de vivir, es hacer la revolución antes que la haga el pueblo.

 

Octavio Aristeo López
Octavio Aristeo López
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: oaristeolopez@gmail.com

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