La historia de México señala que a pesar de que se defendía el principio de la no reelección, el general Porfirio Díaz Mori, logró gobernar durante 31 años, el sueño de todo dictador es mantener la paz en el país; alcanzar el orden y el progreso, incluso por medio de las armas, como estímulo para la inversión extrajera y hacer funcional el gobierno.
Algunos políticos y empresarios sueñan con este pasado imposible, por el alto grado de corrupción que existía tanto en ese periodo como en el actual, declaró Porfirio Díaz Mori en la Entrevista Díaz-Creelman: “La experiencia me ha convencido de que un gobierno progresista debe buscar premiar la ambición individual tanto como sea posible, pero debe poseer un extinguidor, para usarlo firme y sabiamente cuando la ambición individual arde demasiado para que siga conviviendo al bien común…. Fue mejor derramar un poco de sangre, para que mucha sangre se salvara. La que se derramó era sangre mala; la que se salvó, buena.”
Además, utilizó la represión, así mantener el orden, aplicando un lema “Poca política y mucha administración”. Sacrificar la sociedad, empobrecerla gradualmente, en beneficio del progreso y el crecimiento económico del país, esta es la misión de la frase: “Poca política y mucha administración”.
Ante esta situación, es necesario hablar por la gravedad de las cosas. Estamos en un periodo de reflexión, en la búsqueda de equilibrios políticos. En la que la democracia es la vía para transformar el país.
Por lo que un político en estos momentos no puede amenazar, envalentonarse ni ser inflexible; solo lo hace un tecnócrata, sin oficio político, que no conoce de cálculos políticos, por no saber manejar sus conflictos internos, no toma en cuenta los cambios de escenarios. Si lo hace, es por ambición, y está jugando para ser considerado candidato presidencial para el 2018.
La caída de Roma en 475 d.C. se dio por exceso de corrupción de la sociedad y la clase política romana ambiciosa; el aumento de la pobreza de sus habitantes mitigada por vino y circo, debilitaron el imperio, y fue cuando aprovecharon las hordas de tribus bajadas del norte, a quemar y destruir lo que encontraban a su paso: los vándalos.
Entonces, el poder y la riqueza se levantan bajo el escombro de cadáveres y miseria de los demás, protegidos por un ejército de secuaces que se reparten lo que queda de los muertos, como pago de su fidelidad por proteger a los villanos ruines y traidores, dispuestos a cometer asesinatos sin miramientos. Como sucedió en Oaxaca el domingo 19 de junio de 2016.
Por ello, en este escenario, el Sistema Nacional Anticorrupción tiene su problemática, entre ellos, el empresario que tienen sus negocios en proporcionar “servicios públicos”, es proveedor, no acepta la rendición de cuentas, sobre todo en obras públicas; sabemos, que estos empresarios contribuyen a financiar campañas políticas electorales para ser beneficiados a modo por medio de contratos.
Estos empresarios están sindicalizados en la Coparmex, que es un sindicato empresarial, actúan como una organización del crimen organizado, por supuesto, existen empresarios honestos que están a favor de transparentar el uso de los recursos públicos.
Por ello, se sostiene que estos empresarios que están en contra de la rendición se benefician de la corrupción, y no permiten la fortaleza de las instituciones ni la participación ciudadana vigilante.
Por lo mismo, estos empresarios que son una minoría organizada se manifiestan, y son expertos en manipular, utilizan el método mediático para influir y presionar en las decisiones políticas que les perjudica en el enriquecimiento ilícito; estos empresarios son parte del problema para combatir la corrupción en México, son parte del retroceso y modernización del país.
Existen ejemplos del amasiato entre empresarios y funcionarios públicos, sin dejar a un lado el vínculo de los gobernadores con la delincuencia organizada y empresarial, hacen posible el clamor general de los ciudadanos en poner límites a empresarios que proporciona bajos servicios de calidad y permiten el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos: tanto estos empresarios y funcionarios gubernamentales viven del presupuesto público. Tienen la visión y la misión institucional de: “Poca política y mucha administración”.
Los trámites de la administración pública relacionados con la aprobación de contratos siguen siendo causal de corrupción endémica, que es parte de la delincuencia organizada en las entidades que buscan frenar por todos los medios la rendición de cuentas y acelera el endeudamiento de las entidades del país.
En el que la clase política gobernante corrupta y asesina está acostumbrada a vivir en la bonanza no sabe de recortes presupuestales, solo sabe gastar y estimular la corrupción. Estos políticos y parte de los empresarios no quieren los cambios, no quieren la paz, porque es parte de su negocio. La guerra hace posible su existencia y permanencia.
De aquí que las ratas se esconden en entidades donde encuentran cabida, alojamiento; construyen su madriguera en otras entidades para esconderse y seguir actuando, reproduciendo sus prácticas, pudriendo su alrededor como roedor.
Así, de la Ciudad de México salen gustosos y alegres a Michoacán, el Estado de México por ejemplo. Por ello, los gobernadores son el problema, cómo controlarlos es la cuestión por parte del Jefe del Poder Ejecutivo, es un mensaje de que el gobierno federal no es eficaz ni eficiente. Gobernadores coludidos con la delincuencia organizada tanto empresarial como del narcotráfico.
Semejante a bandoleros, salteadores y facinerosos construyen cacicazgos y gobiernan pequeños feudos; son crueles, sanguinarios, feroces y exterminadores en sus castillos, para manifestar su poder y defender su riqueza. Están de acuerdo con seguir e pie de la letra: “Poca política y mucha administración”.
Expropian voluntades y propiedades, despojan la libertad a los ciudadanos para convertirlos en siervos, después en esclavos. Solo existe la ley del jefe de la banda criminal, que dirige una corte servil y manipulable, que hace uso de sus mejores habilidades para trepar a mejores cargos.
El poder público ha corrompido hasta medios de comunicación, que contribuyen a criminalizar los movimientos sociales con mentiras, se convierten en cómplices; sabemos que cualquier leguleyo puede construir una verdad de acuerdo a sus intereses, plagado de mentiras. De aquí, la confianza perdida en los funcionarios públicos y en ciertos medios de comunicación impresos, televisivos y radiofónicos.
El desprestigio que rodea, con dinero compran a personajes de medios de comunicación para conseguir votos y respaldo político, construir una imagen y conspirar. Entonces, ¿Será cierto lo que dice Noam Chomsky, lingüista y filósofo estadounidense y otros filósofos franceses, el lavado de cerebro es eficaz para domesticar al ser humano?, ¿Fomentar la violencia institucional es parte de control social?, ¿La complicidad para violar la Constitución y el Estado de Derecho es parte de la estrategias para gobernar? Están a favor de “Poca política y mucha administración”.
Por consiguiente, la resistencia al cambio es inevitable a pesar de la incertidumbre; los mexicanos estamos cambiando otros no quieren cambiar, prefieren la inmovilidad institucional, que todo siga igual, y aumentar la desigualdad y la inseguridad, prefieren el rezago y estar rezagados, sin la participación de los ciudadanos, seguir manipulando sus preferencias, no rendir cuentas, vivir en la ilegalidad, en la impunidad, que el país no avance, que esté estancado en la inmovilidad, ellos ganan, solo ellos, no los demás. Están contentos con la frase: “Poca política y mucha administración”.
Para ello se debe tener oficio político, señores administradores y estudiantes de la administración pública, autoridad no es sinónimo de poder, y tampoco legalidad es sinónimo de legitimidad, aclarar cada concepto evitará cometer errores de lesa humanidad cuando gobiernen. El conflicto no se resuelve, eliminado al otro, al contrario, es aceptar su presencia y escucharlo, es dialogar. Por lo que dialogar no es gritar, amenazar o amedrentar, es alcanzar el consenso, los acuerdos, no en un ambiente persecutorio, que genera violencia, la “Poca política y mucha administración”.
Vale la pena recordar que poco después de la Revolución francesa, el liberalismo y la democracia dieron origen a las constituciones liberal-democráticas que contienen las garantías individuales: libertades de pensamiento, de expresión, de tránsito, de igualdad, de libertad, de culto, entre otros. Y los derechos políticos.