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viernes, marzo 29, 2024

Política pragmática

Platón (Atenas, 427 – 347 a. C.), filósofo griego instruido por Sócrates y cuyo discípulo fue Aristóteles, dice, que la razón y la sabiduría son las que deben gobernar, desarrollaré con mayor claridad éste ideal si es funcional o no.

Es el ideal platónico, pero en un mundo pragmático como la política es complicado y difícil, porque los gobernantes o líderes pueden filosofar, hasta tanto el poder político real y el filosófico, el ideal, concuerden; si uno de los dos se impone o es determinante, las ciudades no tendrán amor ni paz, es la lucha del ser y del debe ser, lo real y el ideal, es la guerra.

Por lo mismo, en la política, explica Aristóteles que el hombre es un animal político por naturaleza. Solo los animales y los dioses pueden vivir aislados fuera de la ciudad. Es un planteamiento más realista, que idealista, es el mundo sensible e inteligible, viven en confrontación.

Entonces, si un gobernante de un país poderoso, gobierna con la razón pragmática de un imperio, entrará en conflicto con el gobernante de un país subdesarrollado o tercermundista cercano, más, si se cree filósofo o busca gobernar con la razón y la filosofía, es como el capitán al dirigir su navío en un turbulento mar lleno de tiburones.

Gobernar con la razón y la sabiduría es actuar para nada cambiar en realidad, pone en escena un gran espectáculo para que el capitalismo en México siga galopante porque no realiza actos audaces ni es suficientemente radical para transformar efectivamente la sustancia social del país, ni tiene la fuerza suficiente para realizar lo imposible, pero sí actos que causan más sufrimiento al pueblo mexicano.

El gobernante pragmático actúa con voluntad de hierro para cambiar las cosas de verdad; gobernar con la razón y la sabiduría actúa con acciones no solo con reacciones; todas sus acciones solo son reacciones porque no es capaz de perturbar la estructura básica el espacio social, por lo que inventa a sus enemigos imaginarios.

En consecuencia, el gobernante inexperto es tragado por la realidad pragmática, y para que pueda aprehender la realidad política de su país cometerá errores hasta que adquiera experiencia, a veces es demasiado tarde porque tiene que dar concesiones indignas en contra de los intereses de la nación a empresas transnacionales que buscan acuerdos en su territorio.

Por lo tanto, la constitución política de un país señala las tres formas de gobierno en la clasificación Aristotélica: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno de los mejores) y república (gobierno de los muchos en la cosa pública).

Cada una de estas formas de gobierno se corrompen: la monarquía se convierte en tiranía, la aristocracia pasa a ser oligarquía, la república se transforma en democracia (entendiendo la democracia como el gobierno de los pobres).

Estas tres formas de gobierno tienen sus diferencias externas e institucionales, no de principios señala Polibio (200 a.C.-118 a.C.), historiador griego que estudió la geografía, los pueblos y las costumbres de la península Ibérica.

Observó, que el poder y la estabilidad se basan en tres características estructurales de la constitución, que combina y armoniza las tres formas puras de gobierno; pongo como ejemplo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El Principio Aristocrático está representado por el Congreso General: “Artículo 50. El poder legislativo de los Estados Unidos Mexicanos se deposita en un Congreso general, que se dividirá en dos Cámaras, una de diputados y otra de senadores”. Que no siempre están los mejores.

El Principio Monárquico corresponde el Presidente de la República: “Artículo 80. Se deposita el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión en un solo individuo, que se denominará “Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.””

El Principio Republicano que se puede degenerar en democracia, es el pueblo: Artículo 39. “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.

Por ello, señala el “Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.

La misma constitución política señala los contrapesos, los mecanismos constitucionales de transacción entre fuerzas antagónicas como es el caso del derecho o el poder de actuar y de impedir, que es origen, en parte, de principios liberales.

Sí, el gobierno no observa estas tres características estructurales para ejercer el poder y mantener la estabilidad, la armonía, comienza a resquebrajarse y se intensifican conflictos y perturbaciones que, al no ser adecuadamente resueltos con el paso del tiempo culminan con la caída de la República, más cuando existe presión de un gobierno del exterior que es potencia mundial como es el gobierno pragmático norteamericano que no tiene amigos.

Esto sucedió en el Imperio Romano en la época de Julio César (100-44 a.C.), estratega militar y político cuya fama perdura hasta nuestros días, que ejerció un imperio dictatorial ante las debilidades de las instituciones republicanas que estaban en lucha constante con los republicanos que buscaban restaurar el equilibrio de las instituciones.

Demuestra, que los colaboradores más cercanos son los enemigos naturales del líder político, que quiere el apoyo leal y evitar problemas, esto, provoca hostilidades porque apoyar y ayudar genera problemas, ya que el apego al líder a veces es abrumador al combatir la corrupción y llegar acuerdos; desgastante para un actor político que tienen sus propias ambiciones políticas pragmáticas.

De aquí, es complicado que en la sociedad política el hombre puede lograr su perfección y plenitud moral en una sociedad pragmática con un gobierno pragmático; y alcanzar a plenitud el bien común de lo que es bueno para la sociedad: el humanismo.

Espero que estas enseñanzas ayuden a la clase gobernante.

Octavio Aristeo López
Octavio Aristeo López
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: oaristeolopez@gmail.com

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