La historia democrática de México está ligada a los partidos políticos y a lo largo de su historia se enfrentan a diferentes problemas ocasionados por sus líderes y dirigentes políticos que no están sometidos a los cambios de democratización de los sistemas políticos en su continuidad y transición tanto endógena como exógena.
Es dividir, es parte de y no de, participar en política con sus partes; cuando el partido es un dogma, se convierte en secta, que carece de virtud: “moderación, acatamiento, paciencia, lealtad, justicia”, es el criollo como señala Martin Luis Guzmán.
Criollo que está por construir privilegios en la vida política de su época.
Por consiguiente, oposición de los partidos políticos en México significa inconformidad activa y dinámica en las satisfacciones; no son pactos, los pactos terminan con la oposición.
Pero, existen diferentes tipos de oposición de acuerdo al objeto que se opone. Tiene sus propias características ya sea de izquierda o de derecha o pragmática, que es oportunista.
Así sucede en Michoacán donde gobierna el PRD y sus alianzas con el PAN o la problemática democrática del PVEM. El renacer del PT, que engañó a la muerte con la ayuda de sus aliados.
Estos, están enmarcados en dos proyectos alternativos políticos y económicos en México: el proyecto liberal que pugna por una república federal democrática y el proyecto conservador que busca el establecimiento de un gobierno central que mantenga el orden mediante el respeto a las tradiciones e instituciones del pasado, con exceso del uso de la fuerza represora.
La lucha de estos dos proyectos mantiene al país en luchas internas constantes, expuestas a la intervención extranjera.
Por lo mismo, todavía es vigente la máxima: el poder no se comparte.
También, la Monarquía Indiana de Fray Juan de Torquemada, que rescata las diversas formas de gobierno antiguo de México, está presente, débil, a veces, demuestra su fuerza política.
Es la resurrección política, que estamos observando.
