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sábado, abril 19, 2025

El efecto gato: si no lo vemos, es porque no existe

La falta de interés por la lectura y los saberes culturales en ocasiones genera disrupciones cognitivas, es decir, contradicciones del pensamiento, por ejemplo, dicen que las malas personas van al infierno, ¡y ese es el castigo! Pero, no se supone que el diablo es malévolo y el infierno la sede del mal, entonces, los malos quieren ir al infierno tanto como los buenos al cielo, y por eso, no se puede considerar como un castigo que el malo vaya al infierno. En la filosofía esto se conoce como el efecto Hombre de Paja, una creencia errónea que se distorsiona y exagera, para justificar un argumento inconsistente – falacia.

Siguiendo esta idea, en la década del 2011-2020 determinadas instituciones internacionales de alto impacto para la difusión del envejecimiento publicitaron, de forma discreta, un lema de Paja que decía: “la experiencia es un grado”, y justificaron la afirmación con aspectos aislados, como sea, por ejemplo, que los premios Nobel son atribuidos, en su mayoría, a personalidades con más de 60 años de edad.

Aparte, la filosofía también creó el Hombre de la Calle, un personaje representativo de la realidad practica y cotidiana de la gente, siendo que Jon Elster en su libro La Explicación del Comportamiento Social comparte algunas de esas realidades como: “Quiero fumar, pero también estar sano”. Así, que al final de la década del 2011-2020, las mismas instituciones intentaron generar un cierto deslumbramiento sobre la meritocracia y el éxito de algunos mayores en el modelo empresarial, ilustrando a personajes como Ray Kroc que a los 52 años consolidó el McDonald’s; Robert Woodruff que a los 55 años era el presidente de Coca-Cola; Howard Schultz que a los 58 años se consagró como director de Starbucks; o Harland Sanders, que a los 65 años fundó la cadena de restaurantes Kentucky Fried Chicken – KFC.

Ahora sí, a lo que vamos, el Efecto Gato, que desde luego no es una teoría filosófica ni de cualquier otra área del saber científico, lo aprendí con Fodor, un gato que cuando quiere jugar se esconde para que lo busquen, más bien, esconde la cabeza, y como no puede ver su propio cuerpo cree que también está escondido, pero no, y siempre lo encuentran. Algo similar a lo nos quieren hacer creer con esto de la Década del Envejecimiento Saludable 2021-2030.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y las Naciones Unidas, con la mejor de las intenciones, así quiero pensar, pretende construir en 10 años una sociedad para todas las edades y donde, además, los mayores serán saludables. Pues yo leí, que Finlandia, país pionero del modelo culminó el proceso, con éxito, en poco más de 60 años, sin omisión de datos y sin minimizar el efecto de la enfermedad en los mayores, al contrario, se utilizaron estrategias de psicoeducación para los niños y los más jóvenes, y mecanismos reales para la atención primaria y la salud mental de los mayores.

El envejecimiento es un desafío mundial, pero las acciones a su favor deben ser tomadas de manera individual, por cada país, y respetando la idiosincrasia de los pueblos. No es posible cambiar la consciencia social, sin que la sociedad este comprometida; sin buenas políticas públicas; sin acciones contundentes contra la discriminación y la violencia; y mucho menos, sin investigación y evidencia científica.

Sin embargo, la dura realidad es que las personas con 60 años y más, en América Latina y en el Caribe, mayormente, trabajaron desde la informalidad económica y por eso, no tienen derechos sociales o de salud, y aún menos, una vejez digna o saludable, pero si no lo vemos, es porque no existe.

Elster, J. (2010). La explicación del comportamiento social – más tuercas y tornillos para las ciencias sociales. España: Editorial Gedisa.

Charles Y. Da Silva Rodrigues
Charles Y. Da Silva Rodrigues
Profesor universitario e investigador.

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