- Publicidad -
sábado, abril 19, 2025

La propaganda. Del lenguaje positivo a las vejeces

¡Existen diferentes formas de envejecer! Esta es una frase sencilla, positiva y sin cualquier ambigüedad aparente, porque, en efecto, cada persona se hace vieja desde su experiencia e idiosincrasia. El equívoco conceptual surgió en el 2019 cuando algunas instituciones públicas asociadas al envejecimiento y sus especialistas sustituyeron, sin más, las formas de envejecer por el nuevo concepto de las vejeces. Una idea poco consistente, porque además de una falacia lingüística que no se valida ni con el mismo sentido común, existen tantas vejeces como niñeces y adulteces. Con todo, lo difícil era entender el motivo de semejante cambio, así que entre libros y textos de filosofía surge Edward Bernays, el extraordinario autor de Propaganda, que en 1928 hozó reflexionar sobre cómo “la propaganda pretende explicar a la gente, de un modo simple, aquello que no lo es”.

Importa aclarar que durante los años 60 se produjo una tipificación no científica, pero consensuada, en la cual se estableció que el envejecimiento podría entenderse como normal o patológico, pero apenas con el propósito único de facilitar los procedimientos de investigación, que en ese entonces estaban dirigidos hacia el bienestar de los adultos mayores. La clasificación fue adoptando nuevos criterios categóricos, como el de envejecimiento exitoso, que por desgracia es muy poco probable para los mayores de América Latina y el Caribe, así como para los mayores de África y de muchos países del occidente; después, surgieron más términos vacíos, como vejez usual, frágil, prevejez, y así sucesivamente. Con todo, se puede deducir que los actuales propagandistas operaron desde el lenguaje positivo y las redes sociales, y que justo así fue como iniciaron esta cruzada a favor de las vejeces.

Pero ¿quién se beneficia con estas injerencias lingüísticas? Bueno, la difusión de argumentos inválidos es también una forma de propaganda, que, en este caso, parece beneficiar a la Silver Economy, o sea, al capitalismo de la salud. Si no, veamos la influencia casi inexplicable que el término vejeces presentó en el 2019, año en que la Organización Mundial de la salud, en su manual de Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11), afirmó que el envejecimiento en sí era una enfermedad. Una alegación que trasformó la vejez en un producto altamente comercial, además del respaldo perfecto para justificar ciertos gastos en materia de salud, reformas sanitarias, adecuación tecnológica y modernización de instituciones ambulatorias, y por supuesto, para las ambiciosas inversiones privadas, aunque no especializadas, en la rama de las nuevas vejeces.

Pero no es todo, también se beneficia el pequeño poder, hablamos de los pseudo expertos, todólogos y petetes sin libro gordo. Gentes que durante el confinamiento eran virólogos entendidos del SARS-CoV-2 y que, 2 años después, ya eran expertos en geopolítica internacional. Gentes que pasaron de ser coach a ser Opinion Makers del desarrollo humano, y que hablan del envejecimiento como si lo supieran todo, a pesar de la falta de evidencia científica en lo que relatan; son humildes, humanos, empáticos, pero tienden a compartir su sabiduría desde los Reels, incluso, con quienes no tienen ningún interés en ese conocimiento. Son gentes de propaganda, de ideologías patito, que espero solucionen sus dificultades con la misma facilidad con que se ocuparon de las discordias del mundo, la pobreza, el hambre, el maltrato animal, y claro está, de las vejeces.

Bernays, E. (2008). Propaganda. España: Editorial Melusina.

Charles Y. Da Silva Rodrigues
Charles Y. Da Silva Rodrigues
Profesor universitario e investigador.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO