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sábado, abril 20, 2024

Aves de presa (2020)

Si bien el personaje de Harley Quinn es vapuleado por gente que probablemente se suba a la tendencia de odiar al personaje por el afán de odiarlo, hay algo que siempre me ha sorprendido de este: el hecho de que haya perdurado tanto dentro de la linea editorial como parte de una serie regular. Harley Quinn comenzó siendo la patiño del Guasón, y creación de Paul Dini Bruce Timm pero fue gracias al dúo -y matrimonio- de Amanda Conner Jimy Palmiotti que la psiquiatra tuvo su segundo aire… y quizás el más relevante dentro de su existencia.

En la serie que la pareja concibió, Harley Quinn tomó la sabia decisión de alejarse del príncipe payaso del crimen y empezar una nueva vida, algo que no era tan fácil porque además de los momentos de complejidad que representaba salir de una situación tóxica, Quinn llega a enfrentarse con otros nuevos villanos, y reencontrarse con unos personajes del universo de DC Comics. La serie de Harley Quinn por parte de Conner/Palmiotti es fresca, es bastante divertida, y hace que el personaje de Quinn se sienta como uno que de verdad se esfuerza por considerar gente nueva en su vida y con ello el valor del heroísmo, pero estas nociones son complicadas para una persona demencial.

Y aunque nadie quiera aceptarlo Harley Quinn resultó un éxito en ventas, durando la duración del Nuevo 52 y parte del Rebirth, con tres volúmenes que para la dupla terminaron durante el número 34, con un final enternecedor y revelador para el personaje, de crecimiento y el desarrollo de su relación sentimental con Hiedra Venenosa; hasta la fecha Harley Quinn se sigue publicando con otros escritores -ocasionalmente Conner regresa para ilustrar unas bellísimas portadas- que siguen desarrollando una visión del personaje en una aspiradora de los demás héroes.

Pero los estudios no tienen interés en el funcionamiento de un personaje, ellos perciben el dinero que Harley Quinn y quieren esa asimilación de inmediato. Harley Quinn fue lo más rescatable de la aberrante Escuadrón Suicida (David Ayer, 2016), una película tan excretante que rompió toda noción entre las audiencias, elevando un proyecto incompetente en todo sentido a una de las películas más taquilleras del año. Es obvio que el patrón no lo puede repetir Warner Bros, así que en un movimiento arriesgado, consideraron que lo mejor para no tomar la infamia de Escuadrón Suicida sería tomando al personaje de Quinn e inyectarle un poco de la influencia de los cómics.

Esto por su propia cuenta debería de funcionar, solamente que Aves de Presa primordialmente no sabe qué quiere ser.

El guión de Christina Hodson intenta maniobrar sin éxito dos historias en paralelo que terminan uniéndose por un eslabón narrativo, en este caso un diamante que hace que Harley Quinn una fuerzas con las mencionadas Aves de Presa, pero Hodson tiene un interés infinitamente superior al personaje de Quinn, dejando al epónimo equipo en un plano muy secundario y desinteresado. Con Quinn vemos lo que hace después de una hilarante ruptura con el guasón -hilarante en el sentido de que el estudio se avergüenza de lo que hizo con Jared Leto– y cómo trata de solventar una herida sentimental de una pésima manera; Margot Robbie como Harley Quinn no lo hace mal: hay un cambio de atención evidente en el personaje, que abandona la pretensión de ser una bomba sexual, enfocada más en ser una especie de caricatura la cual gesticula a cada momento su efusividad contagiosa, y eso no estaría mal de no ser por el detalle de que Quinn narra, y mucho.

El uso de la narración en off por un personaje que rompe la cuarta pared no es algo que el público pueda tener como novedoso -después de todo tiene comparaciones con el odioso de Deadpool (Tim Miller, 2015)– pero lo que este elemento debe de aportar son detalles que la audiencia no pueda percibir gracias a la imagen, son vacilaciones de un ente superior que percibe la trama en respuesta como si de la audiencia se tratase; Aves de presa falla porque su narración describen lo que estamos viendo, y abusa de este elemento sin tener la seguridad de que podamos ver con gracia la huída de una protagonista que quiere empezar de cero en un mundo que tiene revanchas personales con ella.

El mal abuso de Harley Quinn llega a cansar, y el desahogo que tiene la película con los demás personajes es notorio por la ausencia de carisma o de mismo balance. Quizás por tensiones del estudio lo que se hizo fue desconfiar en la popularidad de la propia Harley Quinn y meterla de lleno a un proyecto secundario del equipo, pero esto daña porque la unión no es precisamente una compuesta por personajes convincentes que generen la dinámica clásica de los crossovers: presentación de los combatientes, enfrentamiento, razonamiento de ideales, unión de esfuerzos, la situación con las Aves de Presa es tal, que sin ellas la película no tendría problema alguno con definir una historia coherente.

Al final Cathy Yan hace lo que puede con un proyecto que falla desde su concepción. Agradezco su aproximación a la acción inspirada en las películas Blacksploitation y del fenómeno Kung Fu de los setentas con secuencias en donde decide generar coreografías emocionantes o planos secuencias con la dinámica de un equipo que pelea sucio con una enorme cantidad de enemigos -es de hecho el último acto uno que de verdad puede ser disfrutable- pero la realidad es que sin un apego hacia los personajes, lo único que estamos viendo son escenas del proyecto de un fanático ensalsadas con escenas que valen la pena sin necesidad de sentarse a ver toda una película.

Aves de presa falla, porque quiere contar una historia de emancipación de Harley Quinn, y una historia de origen de las guerreras de un equipo de Ciudad Gótica, pero no tiene la noción y sabiduría de elegir uno de estos asuntos y tratarlos con el desarrollo que merecen: Es básicamente casi como todas las películas del género, basura disfrutable.

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