- Publicidad -
jueves, abril 18, 2024

Búsqueda de vida

La búsqueda de vida se podría entender como la respuesta más inmediata a la pregunta: “¿Qué están buscando los familiares de personas desaparecidas?” Las investigaciones, los rastreos en campo y las búsquedas incansables que realizan los familiares en un sinnúmero de lugares a lo largo y ancho de la geografía nacional, con el fin de hallar con o sin vida a sus seres queridos, se resumen en un concepto emergente y potente que ha sido originado desde el propio discurso de las víctimas y de las organizaciones en lucha por nuestros desaparecidos en México.

Esto ocurre en el contexto de la mal llamada “guerra al narco”, un conflicto armado que en realidad no es otra cosa sino una estrategia de militarización del país en el contexto de una guerra civil por recursos y rentas, lícitas e ilícitas, y termina siendo una estrategia represiva, de control social y biopolítico, contra las demandas populares y, especialmente, contra sectores vulnerables de la población como los jóvenes, las mujeres, los pobres, las comunidades rurales e indígenas, entre otros. La sociedad está atrapada en la guerra, en el medio de la impunidad, la corrupción, el despojo, las violencias, las desigualdades y el dominio del individualismo y del salvajismo de mercado en donde los últimos siempre serán los últimos.

Me impactó y emocionó mucho leer sobre búsqueda de vida en la introducción al libro Memoria de un corazón ausente. Historias de vida (bájalo y léelo aquí LINK), la cual escribió el defensor de derechos humanos y cofundador en 2009 de FUNDEC (Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila), Jorge Verástegui González. El volumen, ilustrado por Alfredo López Casanova y editado por la Fundación Heinrich Böll Stiftung de México, es una colección de historias de mujeres que se dedican a relatar la vida de sus seres queridos desaparecidos y, de esta forma, invierten las narraciones que se enfocan sobre los mismos familiares y rescatar las vivencias de los ausentes.

Como señala la misma introducción, el libro “pretende cambiar la narrativa, restituyendo la historia de personas desaparecidas a la luz del concepto de búsqueda de vida”, mismo que surge al analizar qué hay detrás de las acciones de búsqueda de un desaparecido y al comprender que la relación íntima entre el o la buscadora y el o la buscada es un vínculo profundo que trasciende lo físico, lo material y corporal para trasladarse a lo afectivo, lo subjetivo, lo vivencial. En un sentido físico, pero también en uno subjetivo, lo que se busca es vida, ya que los nexos pueden ser biológicos, “de sangre”, y afectivos, como entre hermanos o entre padres e hijos, o sólo afectivos, como entre cónyuges o amigos, por lo que “el nexo afectivo es lo que reviste de vida la búsqueda de quienes han desaparecido” y es sintetizado por la metáfora de que la ausencia significa que “desaparece una parte del corazón”.

Existen dos posibilidades de reencuentro que son la localización con vida o sin vida de la persona desaparecida y, aunque en éste último caso parece paradójico hablar de “búsqueda de vida”, en realidad sucede que la vida es entendida como latido físico del corazón y respiración pero también, sobre todo, como afectividad y subjetividad singular por recuperar. Incluso los restos óseos de un ser querido representan una vida subjetiva para quien lo busca y, eventualmente, lo encuentra, recorriendo tanto caminos físicos cuanto veredas de la memoria en que el ausente ha dejado sus huellas. Los y las buscadoras hallan tesoros de inestimable valor, física y emocionalmente.

La desaparición rompe el vínculo físico pero sobre todo el afectivo, provocando en consecuencia un impulso abrumador hacia el movimiento, la búsqueda, bajo cualquier riesgo o condición, con el fin de reencontrar el vínculo físico y/o afectivo y de comenzar un proceso de cierre: cerrar un duelo suspendido que, de lo contrario, estaría abierto indefinidamente. En cambio en muchos colectivos este dolor se puede socializar y el duelo se vuelve, de alguna manera, compartido, moviendo a la acción.

“Los otros buscadores: buscando vida entre los muertos”, de hecho, es el nombre emblemático en este sentido del grupo de búsqueda de Mario Vergara, cofundador en su momento de Los otros desaparecidos de Iguala, quien se ha vuelto un referente nacional de tenacidad y lucha y sigue buscando a su hermano Tomás, desaparecido en 2012 en Huitzuco, Guerrero.

En 2016 salió un reportaje de Juan Flores Mateos (2016), centrado en la figura de Mario pero también de otros hombres y mujeres en busca de sus desaparecidos, que justamente se titulaba: Encontrar a los muertos para darle vida a los vivos. El cierre del duelo implica que “únicamente con el reencuentro de las dos personas existe la posibilidad de continuar y transitar del estado de incertidumbre a un nuevo sentido de vida” (citando de nuevo a Verástegui). Buscar restos de vida, entonces, es dar un vuelco en el entendimiento normalizado y común sobre la muerte y recuperar una parte importante de la vida de quien está buscando. También es encontrarse “en el sinsentido de las desapariciones” y emprender un viaje de regreso al estado anterior.

La interiorización de la búsqueda de vida funciona como elemento de construcción de las identidades individuales y colectivas a partir de la reacción frente al agravio y la injusticia, y sobre todo ante ese “mismo dolor” que todos y todas tienen y que une. El trabajo de Memoria de un corazón ausente usa el método de la historia oral para recuperar las voces y las vidas de los ausentes a través de la narrativa de quienes los buscan y, al mismo tiempo, reconstruyen algo de sentido dentro de la dolorosa incertidumbre de la desaparición.

Colaboración con https://desinformemonos.org/

Fabrizio Lorusso
Fabrizio Lorusso
Periodista freelance, profesor e investigador en la Universidad Ibero León. Autor de los libros "NarcoGuerra", "Santa Muerte", "Messico Invisibile" y "La fame di Haiti". Contacto: @FabrizioLorusso – https://lamericalatina.net/

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO