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jueves, abril 25, 2024

Ca’quien

El merequetengue de estos tiempos es un verdadero desmadre.

De la incredulidad al desdén, de la mentira al descrédito, de la desobediencia al insulto, nuestros gobiernos están de bajada. Si de la inseguridad se trata, lo mismo que de la pandemia, las incompetencias y las puras ambiciones propagandísticas son lo único que les brota. Cuando las crisis se aceleran, el juego de echarse las culpas resulta tan viejo como el dicho: mal de muchos, consuelo de pendejos.

Está más que visto y revisto: de los gobiernos poco y nada hay que esperar que no sea palabrería. Sus acciones se encaminan y reducen a sus valedores, a sus clientelas; los demás, somos lo de menos. Su horizonte está en las próximas elecciones, las difíciles de 2021.

Pero, ¿De dónde salieron esos gobernantes incapaces? Pos de nuestra elección, del voto depositado en 2018. Y, como es costumbre en nuestra democracia electoral, asumieron que el triunfo era un cheque en blanco y al portador.

Por tanto, la primera responsabilidad por tales especímenes es nuestra. Elegimos casi en ignorancia, movidos por informaciones sesgadas, por corazonadas o de plano por muinas cercanas o ajenas. El analfabetismo político es nuestro mayor mal.

Nadie nos educa en eso de la política. En hacernos comprender que la política es nuestra llave común para decidir las cosas de todos. Desde la apatía hasta la participación hay mucha brecha. Los electores, los que votamos, no nos hacemos cargo de nuestra decisión. Ya va siendo hora de hacerlo, simplemente por darnos cuenta que elegimos a los peorcitos. Así que a pensarle, y a cuidar no solo nuestra vida sino a decidir de otra manera lo que se nos viene.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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