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martes, mayo 20, 2025

Carta a María Elena del Sagrado Corazón Arce Rincón

Mi querida esposa María Elena, “Nena”:

 

Hace más de cuarenta y ocho años que contrajimos matrimonio, casi cinco décadas vivimos uno al lado del otro, como esposos, compañeros, amigos, cómplices, compartimos buenos y malos momentos, a pesar de no haber tenido hijos, contigo tuve mi familia, fuiste mi único refugio, el ser más importante de mi existencia.

Cuando nos casamos dejaste la carrera de arquitectura, pero te convencí para que continuaras estudiando, cuando terminaste la carrera de diseñadora, juntos trabajamos en incontables proyectos, lo que nos permitió crecer profesionalmente, uno al lado del otro, siempre juntos.

Hace más de veinticinco años, decidimos venirnos de la ciudad de México a Querétaro, con la venta de las casas que teníamos en México y que yo había adquirido gracias a mi trabajo y a los legados que recibí de mis padres, pudimos comprar dos inmuebles en esta ciudad; con que gusto diseñamos la que sería nuestro hogar, ubicada en la calle 5 de Mayo número 93, en el centro, el cuál era un predio en ruinas, pero que con toda la paciencia y el amor que nos despertaba formar nuestro espacio común, fuimos reconstruyendo día a día, hasta lograr levantar la joya arquitectónico en la que pasaríamos el resto de nuestras vidas.

El terreno que compramos en Juriquilla se convirtió en una bella residencia, que orgullo saber que contábamos con un patrimonio que nos sería de utilidad en nuestra vejez, lo que al principio así sucedió, cuando la edad y las enfermedades nos aquejaron y no pudimos generar suficientes ingresos, la renta de este inmueble que fue de $30,000 mensuales, nos ayudó a hacer frente a nuestros gastos más indispensables.

En el mes de febrero de este año, como tú lo sabes, no se a instancias de quién, nos trasladaron a la ciudad de México internándonos a ambos en el Hospital Español, a mí para practicarme una operación de hernia y a ti dejándote en el área de psiquiatría, de acuerdo a revisiones posteriores realizadas por expertos, no era indispensable que me sometieran a dicha operación, misma que era de suma peligrosidad debido a mis condiciones, apenas si pesaba cuarenta kilos, en dado caso no era necesario que nos sacaran de la ciudad de Querétaro, pues si verdaderamente yo necesitaba de dicha operación y tú de atención médica, en esta ciudad había buenos hospitales y excelente especialistas que nos podían atender, pero en fin, las cosas están hechas, nos sacaron de nuestro hogar para no regresar más, un hogar en el que viví casi 25 años, en donde se encontraba todo mi patrimonio, se me despojó, no solo del espacio donde vivir, sino de mis posesiones personales, de mis herramientas de trabajo, mis artículos más amados, mis obras de arte, mis colecciones bibliográficas y demás; cosas que sería ocioso mencionar.

Ahora nuestra casa de 5 de Mayo número 93 en el centro de Querétaro está en venta, si tu decidiste realizar dicha venta, debiste habérmelo consultado, pues a pesar de estar casados por separación de bienes, también tenía derecho a que me lo hubieras consultado, recuerda que cuando adquirimos ese inmueble que fue nuestro hogar y el de Juriquilla, a instancias tuyas y por no contrariarte, se escrituraron a tu nombre, accedí a ello con la firme convicción de que eran nuestros, que ambos teníamos derecho sobre ellos y que era el patrimonio que nos serviría para pasar nuestra vejez, pero sobre todo porque estaba seguro que nunca me dejarías en este estado de desprotección en que desde hace ocho meses me encuentro.

Al sacarme de mi casa para llevarme al hospital en la ciudad de México, y al estar tu internada en el mismo nosocomio, tus hermanos le avisaron a mi familia para que se hicieran cargo de mí. Mis hermanas no cuentan con posibilidades económicas para hacerse cargo de mi persona y de mis enfermedades, por lo que le pedimos a mi primo José de Jesús Torres Simoni, me acogiera en su casa en León, Guanajuato, en donde vivo en calidad de arrimado desde el mes de febrero, él en un acto de caridad humana se ha hecho cargo de mis alimentos, medicamentos y todo lo que necesito, pues no cuento con un solo centavo para hacerlo por mí mismo, sin embargo, los gastos realizados en mi persona los tengo que pagar de alguna manera, ya que así lo pacté con él. Ahora estoy en mejor condición físicas, como lo puede estar un hombre de setenta y siete años, pero con una visión casi nula que me impide realizar algún trabajo por mi cuenta, por lo que, y aún en contra de mi dignidad, tengo que seguir viviendo de la caridad que mi familiar me proporciona, cuestionándome día a día el motivo por el que me sucede esto, pues mis ahorros, el producto de mi trabajo y las herencias recibidas fueron invertidas en los inmuebles que escrituré a tu nombre, con la creencia de que siempre velarías por mí, sin embargo, tú ya has decidido venderlos, nuestra casa de 5 de mayo, está ofertada en seis millones de pesos, según informan en el teléfono que aparece en el anuncio colocado para venta afuera del inmueble; y la de Juriquilla tiene también un valor similar o superior.

No sabes lo difícil que resultó para mí, cuando tuve la necesidad de ir a mí casa, de la que ni siquiera tenía llaves, mismas que tuve que pedírselas a tu hermano RAMÓN ARCE RINCÓN, para poder entrar y tomar algo de ropa de mi propiedad. no te imaginas cuando llegué a mi casa y en ella se encontraba tu hermano ANTONIO ARCE RINCON empacando todas las cosas de nuestra propiedad, sin autorización, al menos de mi parte para ello, además de lo indigno que fue el hecho de que cuando me vi en la necesidad de recuperar mis documentos personales, el LICENCIADO MIGUEL PALACIOS RENDÓN, tu apoderado legal, vigilara lo que yo tomaba de mi propia casa, fotografiando cada uno de mis documentos y el viejo radio que llevé conmigo, y pero aún peor, fue que no me dejó tomar siquiera mis camisas, además de hacerme firmar un documento en el que se describía cada cosa que llevaba conmigo y que era de mi propiedad, prohibiéndome que incluso que tomara unos expedientes que eran de mi propiedad e instruyéndome para que cuando quisiera volver por otros objetos, le avisara para que el me abriera la puerta, para tomar sólo lo que el aceptara entregarme. Acuérdate que también es mi casa, Nena; por todos los años de matrimonio, también yo tenga derecho de posesión sobre ella y sobre lo que en la misma teníamos y digo teníamos porque ya ha sido vaciada en su totalidad, desconociendo quien se apropió de nuestros bienes y el destino que se les haya dado a los mismos.

Nena querida, tú y yo nos cuidamos con todo esmero, nos procuramos la salud y la compañía que tanto necesitábamos, ahora, tengo 77 años de edad y desde el mes de febrero de este año me he quedado sin tu presencia que tanta falta le hace a mi vida, no sé qué sucedió ni quien nos separó, no sé si estás bien de salud o por el contrario, no creo que a mi edad y mis enfermedades sean el motivo de que ahora no estés junto a mí, no sé si el cansancio de tolerar a un hombre enfermo y sin perspectiva para trabajar, te obligó a separarte de mí, dejándome en una total desprotección, de ser así, me lo hubieras dicho, tú sabes que yo acepto y aceptaría cualquier decisión que tu tomaras sobre nuestras vida.

En las pocas oportunidades que he tenido de hablar contigo, las únicas respuestas de tu parte han sido que FRANCISCO, RAMON ANTONIO Y MERCEDES ARCE RINCÓN, TUS HERMANOS, ya se están haciendo cargo de todo. Ellos nos separaron, están arreglando nuestras vidas, ya no nos dieron oportunidad de vivirla juntos, como siempre lo hemos hecho, dependiendo únicamente de nosotros sin la intervención de ellos. Así es la forma de ser de ellos, ¿será que ahora ellos son quienes están vendiendo nuestras propiedades?

Es tanta la confusión que tengo, ahora ya no contestas mis llamadas, desconozco si sigues viviendo en la RESIDENCIA VILLA AZÚL o si te prohíben contestarme el teléfono, o eres tú la que ya no quiere atenderme, es eso lo que me obliga a tener que dirigirme a ti por este medio, ante mi desesperación, tuve que pedir a mi primo José que por favor me ayude a realizar esta publicación, esperando que tengas la oportunidad de leerla, pues personalmente ya no puedo hablar contigo.

Para mí ha sido muy difícil que hayas tomado la decisión de vivir en la ciudad de México, separándote de mí, cuando me dijiste que ya estabas viviendo en una residencia de descanso en esa ciudad, que tus hermanos habían decidido que viviéramos en el mismo sitio pero separados, tú en una suite en un edificio y yo en un cuarto en otro edificio, yo te expliqué que no estaba en condiciones de vivir en el Distrito Federal que la altura de la ciudad afectaba mi salud, yo te propuse que viviéramos en Querétaro o en León, pero te negaste a ello.

Por todo lo vivido juntos, y si estás en capacidad de tomar tus propias decisiones sin la influencia de tus hermanos, te pido que reflexiones y recuerdes que yo, por ningún motivo hubiese permitido que se te afectara, como tú me estás afectando a mí, considera que ese patrimonio no solo es tuyo, nos pertenece a los dos, no encuentro la explicación a tu actitud, pero. Después de 48 años de casados, te sigo queriendo y aún con el deseo de seguir viviendo contigo.

Yo sigo en León, Guanajuato, Nena, el viernes 31 de octubre sufrí un infarto, con muerte súbita abortada, de acuerdo con el dictamen médico expedido por el Dr. Víctor Sarmiento de la Policlínica Dr. Antonio García, ubicada en la Calle Madero Número 102, segundo piso. Me salvé de morir gracias a la atención que me prestaron mis sobrinos que estaban cerca de mí, me encuentro hospitalizado, sin dinero para hacer frente a mis problemas de salud, si aún tienes interés en mi persona, sabes que me puedes localizar a través de mi primo Pepe, sin ti estoy solo, busco tu apoyo, tanto moral como económico, pues eres tu quien tiene en sus manos nuestros recursos y te reitero que te quiero.

MANUEL TORRES HURTADO

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