Cuando las instituciones no solo no responden al llamado de la ciudadanía, y cuando sus titulares nomás pretextan excusas, la desconfianza alcanza niveles insospechados.
Desde que en 1999 el gobierno del estado impulsó la creación de centrales de emergencias municipales 066, trazó una política de seguridad pública de la que tuvo que hacerse responsable, junto con todo el denominado Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Y así quedó que en “la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, la Dirección General del Sistema de Cómputo, Comando, Comunicaciones y Control es el área encargada de este proyecto, junto con la coordinación de los demás sistemas de cómputo, redes y radiocomunicaciones relacionados con el Sistema Estatal de Información sobre Seguridad Pública”. Eso quiere decir, en pocas palabras, que el gobierno estatal es el responsable de que funcione y funcione bien “durante las 24 horas, 7 días a la semana, 365 días del año” con personal especializado “en sus funciones: 182 operadoras telefónicas, 102 despachadores y 25 supervisores, coordinando 135 corporaciones de seguridad y auxilio”.
El 066 es, pues, “el número telefónico único para atención de emergencias, para el despacho de servicios médicos, policiales y de protección civil, apoyados en un sistema integrado por personal capacitado, tecnología de cómputo y radiocomunicaciones”.
Así previsto y discurseado, resulta asombroso que las quejas del servicio crezcan exponencialmente por cada vez que nadie responde, que nadie auxilia, que nadie se presenta y, sobre todo, que siempre hay “explicaciones” oficiales que nadie cree, como acaba de sucederle al 066 de Guanajuato capital, con un homicidio, testigos, prófugos, enojo vecinal y, claro, “explicaciones” oficiales que dejan -para no variar- la carga a los ciudadanos quejosos.
Ese número oficial debe servir para atender cualquier emergencia “que afecta la integridad física de las personas o su patrimonio, ocasiona un daño a la sociedad o presenta un riesgo excesivo para la salud del público en general”. Pero algo no funciona bien y desde hace mucho tiempo.
Instituir organizaciones, diseñar políticas públicas y luego dejar todo al garete es desgobernar; así se cultiva la desconfianza y el descrédito con los gobernantes. ¿Alguien lo asume en algún gobierno?