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jueves, marzo 28, 2024

Agnus Dei

El gobernador de Guanajuato, cual si fuera el bautista, organizó la cargada dominical para anunciar: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel”.

Manifestado ya como el que prefiere el presidencialismo, el panismo guanajuatense se pone detrás no sin ponerle precio a su pecado: Guanajuato no se toca.

Pero como el sacrificio es consustancial a toda lucha por el poder escaso, quizá no veamos más un “estado paternal” sino otro “maternal”, como lo quiere Josefina. O hasta otro pueda, aunque no el Creel foxiano, ciertamente.

Cordero, el bautizado oficialmente en tierra cristera, cometió un pecado de lesa historicidad: Ah, panistas que critican al priismo con razón, sin ver la ocasión de ser lo mismo que juzgais. Su patrimonialismo tiene raíz tricolor, la que proviene del porfirismo y aún de más lejos, de la compra de los puestos públicos en la colonia.

Llamar a recordar lo malo que fueron los priistas para gobernar es morderse la lengua en tierra donde las generaciones nuevas ya no recuerdan más que a los blanquiazules reciclarse para sí el botín.

Entre nosotros, el poder se busca desde el poder: todos sus recursos son utilizados para garantizar la permanencia del que lo tiene. Así se ha visto en la historia, la lejana y la reciente; así lo demuestran Oliva (gobernador de Guanajuato) y así mismo Cordero (secretario de Hacienda): todo el aparato del Estado para lograr quedarse.

Es la misma liana del viejo chango, nomás que maromeado.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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