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jueves, abril 25, 2024

Ansina semos

Dijo el ensayista Paz, encogiéndose de hombros, ¿qué me importa la muerte, si no me importa la vida? Ora que la pandemia se nos instala expandiéndose, nos preguntamos lo mismo que el poeta, ¿por qué  para los fiesteros la muerte no importa?

Porque, siguiéndolo: “La Fiesta es una Revuelta, en el sentido literal de la palabra. En la confusión que engendra, la sociedad se disuelve, se ahoga, en tanto que organismo regido conforme a ciertas reglas y principios. Pero se ahoga en sí misma, en su caos o libertad original… Gracias a las Fiestas el mexicano se abre, participa, comulga con sus semejantes y con los valores que dan sentido a su existencia religiosa o política…Si en la vida diaria nos ocultamos a nosotros mismos, en el remolino de la Fiesta nos disparamos. Más que abrirnos, nos desgarramos. Todo termina en alarido y desgarradura: el canto, el amor, la amistad… Nuestras Fiestas, como nuestras confidencias, nuestros amores y nuestras tentativas por reordenar nuestra sociedad, son rupturas violentas con lo antiguo o con lo establecido.”

El abigarramiento fiestero lleva consigo la violencia de la muerte. Puede desatarse la riña o, ahora, distribuirse el contagio. “Por eso, cuando alguien muere de muerte violenta, solemos decir: ‘se la buscó’. Y es cierto, cada quien tiene la muerte que se busca, la muerte que se hace… Si la muerte nos traiciona y morimos de mala manera, todos se lamentan: hay que morir como se vive. La muerte es intransferible, como la vida.”

Ora que nuestra sola base biológica, junto con nuestra personalidad cultural, no basta para conformarnos sin poner en juego las potencialidades humanas que, se espera, podemos considerar para sobrevivir. Cuidémonos de las Fiestas.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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