¿Es que hay alguien que entienda lo que informan los gobernantes al contar el dinero público delante de los pobres? Millones por aquí, millones por acá ¿y? No nos hacemos los locos: no tenemos un sistema articulado de rendición de cuentas y sí múltiples ejemplos de simulación, impunidad y retrocesos de lo difícilmente ganado.
Una red de organizaciones por la verdadera rendición de cuentas lo pone negro sobre blanco (rendiciondecuentas.org.mx): echarle candela al gasto público, a evaluar las políticas públicas, a medir el desempeño de los gobiernos y de los servidores públicos, y a generar acceso a la información gubernamental. Ojo: no necesitamos construir más normas y dependencias descoordinadas.
Requerimos sí, la rendición de cuentas para evitar que se confunda sin más con el acceso a la información, conjurar la simulación y la impunidad que cobija en buena medida al servicio público; además de que es indispensable imprimir sanciones y consecuencias concretas al incumplimiento de atribuciones o al mal uso de los recursos públicos, así como eslabonar consecuencias de las evaluaciones y la fiscalización de las dependencias públicas. Es decir, hacer efectiva la Ley ya existente sin torcerla.
Como los famosísimos e inenarrables informes de gobierno no sirven para rendirnos las cuentas claras y nomás se usan para beberse el chocolatote espeso, necesitamos poner ante el espejo ciudadano a los partidos políticos ora que andan calentando sus granizos: que incorporen como parte de sus valores y programas de gobierno a la rendición de cuentas como un compromiso verificable y exigible por parte de los ciudadanos. Si no, que no haya votos gratis.
