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sábado, abril 20, 2024

Celaya despolitizada

 

La verdad sea dicha: nuestra falla democrática está en que no tenemos demócratas, nomás advenedizos que nada saben de esa cosa y que usan a los partidos como franquicia para sus lucros. Allí tenemos el drama celayense. Lo que se quería rubí, pura bisutería. Es el precio que ha tenido que pagar Celaya por prohijar interesados en el goce del poder.

Cuando una persona que ocupa cargos públicos se queja de que le politizan las cosas, es que no entiende nada de nada. Como si los cargos no fueran eminentemente políticos: pujan para llegar a ellos, utilizan las atribuciones, gastan los dineros de todos, deciden asuntos mil, pavonean sus “logros”, y aun quieren aplausos y loas.

Si los ediles celayenses tienen al municipio peor que nunca es porque sus acciones y sus omisiones así la desnudan. Si el desorden y la falta de generosidad campean afeando la convivencia es porque no hay panistas politizados en aquello de la matria ordenada y generosa. Hay en ellos pura ambición grupuscular.

Rodearse de los leales útiles al caso es política. Y los críticos, opositores y demás, también hacen política (nadie, sin embargo, dice que de la buena). Todo es así por una razón básica que no logan entender desde su enorme ignorancia: la convivencia humana implica a la política, esto es, a los ciudadanos interviniendo en los asuntos públicos con sus opiniones, con sus votos o de cualquier otro modo.

Si los –malos- políticos celayenses no quieren que les politicen nada, que se salgan de tan noble tarea, que al fin han demostrado no servir para nada útil.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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