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lunes, abril 28, 2025

Cerventino en Guanajuantro

No se puede vivir ni gobernar entre los humos del alcohol.

El turismo de borrachera es el “producto” más acabado de la promoción que se hace de la ciudad de Guanajuato: visitarla es embriagarse en antros, calles, casas, hospederías y hasta en las cada vez menos cantinas tradicionales de la era minera.

Célebres pedas las estudiantiles (con maestros, por supuesto), las de los adolescentes que bajan del cristo montañes cerveza en mano y guarradas en la boca, periodistas culturales y de otros que cubren los aconteceres, mochileros de todos los rumbos, burócratas ostentosos de la quincena y niños-adolescentes-jóvenes habitantes que a poco integran escuadrones de la muerte totalmente agarrados del alcohol barato, y más que nada de cerveza, con su cauda de desgracias.

Lo que antes se consumía merced a las tiendas de barrio, legales o clandestinas, en cantinas reconocidas y callejones a modo, se ha extendido masivamente con el implante de oxxos y el arribo de miles de visitantes inoculados de un afán aventurero para echar y empinar. No en balde, en las temporadas altas como el Cervantino anual, emergen multiplicados los sitios permitidos o no expendedores de cerveza -patrocinio oficial-; la extensión de horario para todos los antros se convierte en el mayor bien económico, sin importar el ruido, las trifulcas y desmanes que deben padecer los habitantes permanentes.

Los servicios públicos se atascan más de lo usual. Basura por toneladas, contaminación sonora y ambiental evidente, inseguridad acrecentada por la ocupación casi exclusiva de fuerzas federales, estatales y municipales en recoger borrachos – los partes respectivos siempre se centran en la cantidad de remisiones por alcoholismo. Hacen lo que pueden cada vez que se repite con altos costos de erario y ya vamos hacia el medio siglo festivalero.

Además, el inmenso mercadillo de fruslerías fuereñas en que está convertida la vieja ciudad demuestra la contradicción permanente de los gobiernos municipales incapaces de gestionar movilidad, uso del suelo, patrimonio, protección civil y seguridad.

Esos impactos negativos (hoy no es menester sahumar lo “cultural”) evidencian la incapacidad de siempre de agarrar por los cuernos a este toro bravo que es la ciudad patrimonial. No se ha visto ni se ve cómo pueda haber una cierta planificación que estratégicamente coloque a la industria turística como el motor del funcionamiento administrativo y social de nuestra ciudad.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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