En un mes iremos a las urnas a elegir diputados federales y locales, y, sobre todo, ayuntamientos. Ya todos los partidos políticos registraron a los que les interesaba jugar. Si se trata de diputaciones, los que encabezan las listas de representación puede que alcancen sitio; todo depende de los porcentajes de votación. Pero en lo más local, en los municipios, los ayuntamientos tendrán que campechanearse: unos regidores de tal y otros de cual, más alguno de equis; todo depende de en qué lugar de la planilla quedaron los asegurados, esos, los que van cinchos.
En el municipio de Guanajuato, por ejemplo, solo tres partidos apuestan a ganar la presidencia junto con sus síndicos, más los regidores que les alcancen; los demás partidos que registraron planilla saben perfectamente que no tienen posibilidades de éxito. Por eso, sus candidatos a presidente municipal están colocados también en los primeros lugares de sus planillas; así, dobleteando, piensan que entrarán al ayuntamiento. Es una truculencia de los perdedores para quedarse con un reintegro.
Sucederá que el panismo, el priismo o el morenismo ganen la presidencia y las sindicaturas pero con un cuerpo ayuntado variopinto con quienes fueron candidatos a presidente y perdieron. Toda una melcocha para hacer negocios ya en el poder.
Los que se colocaron en los primeros lugares de las planillas no necesitan siquiera hacer campaña (a menos que nadie conozca la marca partidaria), confiados en que los votos que saque el partido que los pepenó serán suficientes para entrar a la tómbola del botín.
Dese una asomadita a las planillas registradas en su caso y sabrá de qué lado mascará la iguana cuando regale su voto a cada malandrín que diosito guarde.
