Al ritmo del cling-clang, cling-clang los gobernantes de la ciudad de Guanajuato se la pasan bomba.
El progreso económico urbano no es tal: unos se enriquecen sin recato y los demás a la fruslería.
En todo caso, lo que se ha venido construyendo como economía no es sino pura bisutería. Los pocos se hacen millonarios especulando con los bienes raíces: compran casas, terrenos y demás para que los cuates deslinden usos del suelo que rindan ganancias especulativas o de lucro con fraccionamientos infames y de mal gusto. Los espacios públicos se han tercerizado con un tino propio de buhonero. Es cosa de caminar por las calles y ver los comercios y servicios.
En esas perspectivas, no hay ingreso que pueda salvarnos de la pobreza en que nos sumimos irremediablemente.
Ora que andan haciendo ruido y presencia por los no lugares municipales, los presuntos “nuevos” gobernantes debieran abrir los ojos bien para mirar, por una vez siquiera, lo que insisten en esconder fodongamente trienio tras trienio. Por ahí anda un candidato ciego que proclama su incapacidad para que se le apoye; erró el eslogan, debió mejor haber dicho: si los que gobiernan no te ven, mejor que te gobierne un ciego verdadero.
No importa quién gane. Lo importante es cómo hacerle entre todos para ingresar diariamente comida, casa y salud a los habitantes, porque de eso no se preocupan los que ahora ofertan bagatelas electoriles en la ciudad transformada en una ruidosa quincallería.
