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jueves, abril 25, 2024

Con dinero baila el perro

¿Por qué los mexicanos le perreamos tanto al dinero?

Pues porque sin ese fetiche no somos nada. Si uno no lo tiene, no vales. Si tienes mucho, destacas. El resentimiento por no tener lo que otros ostentan es nuestra cuota a esa desigualdad histórica tan nuestra.

Si eres rico, pasas a los libros donde se habla de tus hazañas y éxitos; si eres pobre, nomás sirves para ilustrar folclorismos de ocasión. Los gobernantes siempre quieren apantallar con las millonadas que le meten a sus obras; ya con eso quedan lustrosos. No por nada los “informes” oficiales siempre suman y suman cantidades estratosféricas que casi nunca se corresponden con lo gastado.

El poder en México siempre va acompañado del dinero. ¿Quieres ser algo en la política: cuánto traes? ¿Deseas que tu gallo (o gallina, déjenme ser correcto al uso) gane un cargo? Métele, inviértele, que al fin y al cabo lo recuperas con los favores por venir. La política mexicana es muy cara. Mientras el PRI fue amo y señor, todo el presupuesto oficial se destinó para ganar a como diera lugar. Era una democracia comprada. Lo que pasó al final de los años noventa y principio de este siglo fue que le quitamos al gobierno el control organizativo y político de las elecciones; por eso ganaron otros partidos. Pero los ríos de dinero siguieron fluyendo en las cañerías de todos los partidos porque, otra vez, la política mexicana es muy cara.

¿De dónde sale el dinero? Pues del trabajo. Pero si resulta que sólo cuatro de cada diez mexicanos trabaja formalmente, ¿qué pasa con el otro seis?, pues que se rasca con sus propias uñas, entre ellos las más filosas: el crimen. 

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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