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lunes, abril 28, 2025

Constitución sin ciudadanía

Desde Condorcet a Obama se advirtió que instituir al ciudadano es el encargo más difícil de una república democrática.

La expresión de los constituyentes de Querétaro sobre su ley suprema ”ahora a hacerla cumplir”, evidenció su falla original: se inventaba una república para los mexicanos. Pensaron en que todo se resolvería bien mediante un régimen que cumpliera e hiciera cumplir la ley. Se privilegió al poder y se sometió al gobernado a la benevolencia desde arriba. Los mexicanos, merced a nuestra historia, hemos sido formados en el autoritarismo en su doble vertiente: machista y matriarcal. Esperamos y obedecemos a la autoridad. De ella han de provenir bienestar y malestar; pero nomás agradecemos uno y repelamos de otro.

El desconocimiento de la constitución y de lo que implica en derechos y garantías individuales y sociales no solo es ignorancia, es, también, franco desprecio por la norma que nos puede hacer convivir en un país tan complejo. Ley y política son el déficit de ciudadanía que nos tiene como estamos al caminar el siglo veintiuno, en franca desconfianza.

Pero, ¿cómo instituir ciudadanía? Instituir es, al tiempo, instruirnos. ¿Y quién se ha encargado de instruirnos en el respeto por la ley? Los posrevolucionarios edificaron un complejo escolar que devino en un fracaso de guardería. Nuestro sistema de partidos se limita al electoralismo y la economía agudiza desigualdades. En realidad, nuestro nacionalismo ha sido un montaje mediático, primero el cine con sus charros cantores y sus pobres abnegados; al tiempo, la radionovela y sus músicas; más tarde y con mayor fuerza Televisa con sus moditos y moditas que se repiten ad nauseam.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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