Allí estaba durante la visita papal, sonriente besándole la mano; allí para interpretar su visión histórica: cabalgar la Independencia, la Revolución, la Cristiada. Y nada de Reforma juarista, por favor. Es el candidato oficial para gobernar Guanajuato.
Pero nada en política es mera coincidencia. Si se trajeron al Papa para acá, meses de reuniones y acuerdos hubo; si un congreso de la Legión de Maciel se realizó en León previo a esa visita (con acto presencial destacado de la esposa presidencial); si allí mismo se les dio la primicia de una película harto promovida lo mismo en el Vaticano que por espectacular campaña para enterarnos de “la historia que nos negaron”; si hasta el milagro de la desaparición de delitos y delincuentes al influjo de Ratzinger hubo, según el gobernador que limpiará los pasillos de palacio, entonces todo es una orquestación di-vi-na.
El problema de tal montaje es que todo se paga con dinero público. Y de eso nadie da cuenta cierta. Las cifras informadas son nimiedades. Las reales están más que gastadas y ocultadas. Investigaciones, ni hablar. Lo cáido, cáido.
Nadie se hace cargo del fracaso: ni turismo masivo, ni comercio como nunca, ni expectativas económicas cumplidas, ni pagos siquiera a los trabajadores oficiales que se fletaron a cumplir obligadamente. Para unos pocos, las bendiciones; para los demás, resignación y olvido.
Hay un reclamo para diferenciar a los cristeros de debajo de los de arriba, lo que tiene sentido histórico, pero la cosa es que siguen las exclusiones: unos más benditos y otros al infierno.