¿Quién tiene la culpa de la violencia en Guanajuato?
El inédito movimiento estudiantil elevó su profundo malestar para hacerlo visible, para evidenciar a las instituciones en su inoperatividad y, sobre todo, para poner en claro que es la impunidad el manto que cobija a la violencia.
No han bastado los datos crecientes que colocan a Guanajuato en los primerísimos lugares en crímenes violentos; no sirven los reclamos de empresarios de todo tamaño ante las extorsiones y robos; no cuentan los policías asesinados ni los políticos y funcionarios eliminados; nada ha pesado en los ánimos oficiales. Ni siquiera la juventud atacada.
Todo este tiempo ha sido echarse la bola de fuego para evitar quemarse. Los gobiernos andan en lo suyo. Los municipales, viendo cómo acrecentar el botín; el estatal, fugándose en su propaganda; el federal, viéndose el ombligo. Y las instituciones como la universidad, extraviadas. Por eso, cuando la metástasis criminal toca a la parte más sensible, ésta ha tenido que reaccionar y gritárselos a los omisos.
Días enteros han tenido que pasar para ver si reaccionaban los prohombres. Muchas horas les ha llevado darse cuenta del tamaño del fenómeno. Pero más tiempo han ocupado en ausentarse, hacerse del rogar, pretextar y, finalmente, lanzar rollazos mal escritos con intenciones mareadoras. Estos días les han desnudado, caminaron por las calles de Guanajuato sin mantos protectores.
¿Disculpas? Sólo es descargarse de sus culpas. ¿Los agredidos pueden perdonar o disculparles? En todo caso, no pidan, ofrezcan disculpas y, por una vez, suspendan todo lo que hacen para enfrentar al crimen con inteligencia.
