En Guanajuatianguis se está dando un agarrón sabroso con eso de que en cualquier lugar se instalan ambulantes.
Los comerciantes establecidos reclaman al gobierno municipal que se les hace competencia desleal y se ocupan espacios que les afectan. El presidente municipal (¿quién más si no?) aduce que “es una herencia de hace muchos años en nuestra ciudad y… hoy tienen derechos adquiridos, y al igual que muchos, de ahí comen”.
Estamos a las claras ante una confrontación cotidiana que harta. El derecho establecido, que la autoridad está obligada a cumplir y hacer cumplir, puede dejarse de lado cuando así le convenga: “durante la semana Yuri estará grabando en el teatro Juárez un video de aniversario, que sin duda traerá a nuestro municipio más turismo, derrama económica, etc. por eso es que esta semana le pedimos a los comerciantes que se movieran a la calle del Truco”. No la ley sino la costumbre, lo habitual y lo reincidente. Así se “gobierna”.
Ante el uso de la costumbre, lo republicano cede. Lo consuetudinario anula al derecho que se debilita una y otra vez. La costumbre nos obliga a cederle los espacios a quienes los usufructúan por las buenas o por las malas, con aval oficial. Asi se van vaciando calles y plazas de habitantes originarios, dejándoselas a fuerza a quienes arriban a ellas para sacarles ganancia. Y todo con la argucia de la “derrama” económica agandallada.
No tenemos gobierno guardián del derecho público; hay un servicio de lo reincidente a costa de la ciudad.