Ya se están generalizado esos ejercicios llamados debates entre los diversos candidatos a los cargos en juego este año. Y eso podría estar bien, pero…
Para debatir, primero se necesita autenticidad de los debatientes y eso se anula (si existiera) porque tienen que tantearle a sus palabras para no salirse del cliché y la consigna previamente diseñados. Enseguida, sería deseable que se compartieran realidades completas y no temitas y “problemáticas” que sirven para huir del verdadero conocimiento del gobierno, -¡incluida la evidente violencia criminal!-. En definitiva, para debatir hay que hacerlo con generosidad y en franca honradez.
Pero, ¿por qué no atraen esos debates a medio mundo? Las transmisiones que multiplican las redes sociales apenas sí sirven para el pitorreo o el insulto fácil. Aumentan las cifras de conectados, pero ni con mucho atraen la atención ciudadana; y mire que ese concepto (ciudadanía) es de los más socorridos por todos los jugadores.
Los empresarios de Guanajuato, y más en particular los de León, organizaron su debate con los candidatos a gobernadores; aparte de la repetición de los “temas”, resultó obvio el interés empresarial por ver qué piensan sobre la economía estatal que para ellos ha crecido aceptablemente, aunque con los rezagos de pobreza y bajos salarios. El turismo, por ejemplo, es visto también sesgado y tópico, no hay quién entienda esa industria como un todo del producto interno bruto con su planeación íntegra, por eso ideas y ocurrencias van y vienen sin ton ni son.
Lo más lamentable, empero, es que los candidatos del status quo son refractarios y solo ofrecen más y más y más…¡mentefactura!