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martes, abril 22, 2025

Delirio marfileño

Ahora que está en el debate la figura financiera del fideicomiso, resulta útil recordar que el gobierno estatal organizó en 1997 un Fideicomiso Promotor del Desarrollo Integral de Marfil (FIPRODIMA), con una “zona de cerros” localizados entre la ciudad de Guanajuato y la comunidad de Marfil. La idea era urbanizar esa tierra. “La principal fuente de ingresos del Proyecto Marfil es la venta de lotes residenciales. Esta representa más del 80% de los ingresos totales, y de ella depende gran parte de la rentabilidad del proyecto”. Además, “El Campo de Golf representa un elemento clave para generar plusvalía en la zona Marfil, atraer clientes, y sustentar los precios de venta de lotes residenciales”, se afirmaba oficialmente.

Claro que doraron la píldora con palabrería ecologista y cultural, típico de nuestra clase política. Luego, en esos terrenos se anclaron, merced el favor oficial, la Universidad pública y el horripilante Congreso local. (Hasta la intención de edificar allí una nueva presidencia municipal hubo). Millones costaron -y cuestan aún. Con esas instalaciones y sus accesos se provoca la urbanización que han soñado los detentadores de ese suelo.

Nunca se han podido obtener cuentas claras ni rendición pública del origen y destino de tal empeño inmobiliario. Es ejemplo vivo del ocultamiento de los bienes y de las acciones gubernamentales.

Lo único cierto es que un nombre siempre aparece, el del director general del fideicomiso (de 1997- a 2000) y ahora propietario de “un pinche cerro lagartijero”: el señor Smith.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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