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viernes, abril 19, 2024

Democracia malcriada

Nuestros políticos de este siglo son maleducados como escuincles que siempre hacen su voluntad sin importarles las consecuencias de sus acciones.

Los esfuerzos de décadas por quitarle al priismo el control de las elecciones han topado con el panismo guanajuatense que ya lleva treinta años haciéndose el listo, y también con los morenos que quieren volver al viejo sistema de ser ellos en el gobierno quienes cuenten los votos a modo.

La grosería con la que se justifican evidencia su vulgaridad contra los mínimos requisitos políticos en democracia: respeto al otro, árbitro profesionalmente imparcial, acatamiento de las reglas y, desde luego, transparencia en los dineros.

Panistas de acá y morenos de todos lados llevan ya el sello de la elección con todo el aparato para pasarle la plancha al que se ponga. El uso de todos los recursos de que disponen en los gobiernos va más allá del mero berrinche del niño consentido que hace lo que le da la gana. Es la lógica del agandalle: arrebato antes que perder.

Los continuos insultos de unos contra otros nos dejan ver que somos una sociedad vulgarizada hasta el colmo. Lo que en el habla popular era picaresca, hoy es simple maldición soez. Y eso importa, y mucho, porque si algo significa a la democracia es la conversación, la argumentación y el acuerdo para entrarle a los verdaderos problemas comunes. Poner en común, comunicarse pues.

Pero entre los faltos de educación política democrática, analfabetas funcionales del poder, simplemente eso no se puede. Por eso están echando a perder lo poco de lo ganado: elecciones arbitradas y organizadas por los ciudadanos identificados con credencial fotográfica. Así demuestran que no piensan en nosotros.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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