Neceando en sus ocurrencias, el Ayuntamiento de Guanajuato decidió votar el endeudamiento por 150 millones de pesos en aras de construir un estacionamiento. Esto significa años de pagos públicos para beneficio privado.
Sin capacidad gestora, el gobierno municipal –como muchos otros- no puede entender su tarea reguladora de la movilidad urbana. Por inercia política, obligáronse a construir ¡una ciclovía en la cañada! (ahora en tribunales). Así mismo, no han podido con los concesionarios del trasporte urbano (viejo, malo e inadecuado para una ciudad patrimonial) quienes les chantajean un día sí y otro también; y, en fin, han “pensado” que el atasco creciente por vehículos privados se resolverá metiéndolos en cajones.
Como todavía tienen la obsoleta noción de que gobernar es construir obra pública, sus afanes siempre se encaminan hacia allá (los moches incluidos). Incapaces de promover a empresas que arriesguen capital y tecnología, dejan a la ciudad en manos de puros dueños de negocios deficientes y prefieren irse por la fácil de endeudarnos en lugar de licitar. Si los privados quieren estacionamientos, que los hagan con sus propios recursos.
Gobernar ya no es suplantar al empresario, sino regular el funcionamiento de todo el entramado urbano.
La pirámide poblacional tiene que voltearse para ver que la jerarquía de la movilidad urbana más deseable tiene en los peatones a la inmensa mayoría (incluidos los visitantes que han de caminar para conocer la maravilla de ciudad que encuentran) y, desde luego, que la minoría evidente está en los autos, esos privilegiados con todo tipo de subsidio, incluido el espacial en que nos atropella.