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jueves, abril 18, 2024

El gobierno criminal

¿Por qué es que un día sí y otro también le reclamamos a los gobiernos que resuelvan los problemas que nos aquejan? Porque todos suponíamos que se organizaban para eso, pero los hemos visto ausentarse, alejarse, abandonarnos.

La jerarquía oficial, el Estado, es el ámbito de la participación política, el protector de la ciudadanía, el único titular de la violencia legítima. Pero hace tiempo que poderes locales le relevaron de muchas de sus antiguas atribuciones. Son el gobierno pero se enfrentan a una gobernanza ilegal que florece por la evidente desprotección ciudadana, la pobreza, la desocupación, la exclusión y la desintegración social.

El crimen organizado es más eficiente que muchos gobiernos: compra y mete políticos a partidos, elecciones y cargos; controla a policías, soborna jueces, detiene ambulancias y allana hospitales; cobra la plaza mejor que cualquier fisca, usando terroríficas amenazas; cobra las deudas y limpia de competidores su territorio, etcétera. Nuestras ciudades y pueblos parecen ser suyos, ellos sí gobiernan a sangre y fuego.

Amplias capas de jóvenes, abandonadas por todo mundo, son atraídas por el poder y el dinero rápidos, en una espiral de violencia, inseguridad ciudadana e intolerancia al que se ponga enfrente. Mientras pocos deciden ser policías, muchos más son armados para servir al poderoso ilegal.

El viejo poder político es vertical y cada vez más limitado. El poder criminal es horizontal y crece sin temores.

La ausencia oficial, el centralismo reciclado y la descoordinación son aliados de la inseguridad, alientos de otra horripilante manera de gobernar.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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