Un reporte de la consultora Mitofsky acerca de la valoración de presidentes municipales coloca al de Guanajuato en un tercio positivo, contra seis contrarios. Cualquiera diría que esa animadversión mayoritaria debiera alertar al panismo; empero, eso no ocurre: se ha decidido darle a la esposa esa posición, prolongando su presencia política en el municipio.
Los procesos electorales tienen muy cómodos a los que gobiernan. Saben que con un tercio de votos válidos ellos ganan. Como en 2021, cuando solo cuatro de cada diez participantes hicieron el caldo gordo para que el panismo se llevara el premio. Ahora, lo único que necesitan hacer para la que viene es capturar un puntito más y ya se hizo el guiso.
Y como realmente no tienen oposición partidaria, el camino está abierto. Es más, al priismo se debe que el panismo haya cambiado de género, imponiendo a la señora que anda en campaña desde hace mucho. Con el paro de la alianza, PRI, PAN y hasta el PRD empujaron ese despropósito. Morena simplemente no pinta por sus destrozos internos.
Somos algo más de ciento noventa mil habitantes del municipio. Si se repite que sólo sesenta y tantos mil vayamos a las urnas, el pastel queda obsequiado para el gandalla que usa todo lo que el municipio tiene para asegurárselo.
La tragedia de nuestra imperfecta democracia es la ausencia de organizaciones que impidan que el poder se entregue al más descalificado, incluido el partido que impulsa ese juego tan mediocre.