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viernes, abril 26, 2024

El quincesmo de Karen

 

Desde que la obra pública se hizo sinónimo de gobernar, todos a una se lanzan sobre los presupuestos anuales, a las buenas y más a las malas.

El modelito es simple: se alucina la gran obra del gobierno en turno, se dan las señales para los interesados, se licitan las obras a partir del monto presupuestado, se adjudican y se realizan. Durante ese proceso dineros van y vienen: en las manos del funcionario con información, de los constructores que la quieren, en las del supervisor y, desde luego, en las del alto funcionario que decide. El signo es que nadie dice nada: si los constructores se quejan, les irá mal, porque ninguna obra más se les dará; los funcionarios, callan, simplemente se callan.

Desde que el malhadado Nicéforo se hizo con la alcaldía de Guanajuato capital trajo a su favorito para colocarlo en la obra pública. A partir de eso las obras fueron cantadas por él mismo: se cobraría el diezmo clásico dizque para abultar el erario. Amén de otorgar a escogidos, quizá eso les costó más. Ahora, cuando el pozo se colmó, la regidora Karen Burstein asegura que constructores –así, en plural- se quejaron con ella porque el chico Ibero de obras les cobró no solo diezmo sino quincesmo.

A menos que ella misma quiera ser cómplice por omisión, debe hablar con claridad y decirle a las autoridades de ese delito. Y nada que los constructores callen, también están obligados a hablar y decir las cosas tal y como se les presentaron. De no hacerlo, seguirán ellos mismos prohijando la corrupción en un círculo sin fin.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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