El preciso de Abasolo se dijo a sí mismo: el que quiera azul celeste, que se encueste. Y que se manda a hacer su demoscopía a modo. Y, ¿qué creen? ¡que las preferencias electorales lo quieren reelegir!
El salmantino mayor ya tiene lista la suya, nomás que los policías le echaron a perder el momento; ni modo que salga con la batea de babas de que la inseguridad va a la baja en su territorio que, obviamente, piensa regobernar. Nomás que pase el susto y ya veremos cómo “las preferencias” lo exigen a él.
Por supuesto que todo mundo tiene instruidos a los suyos para que le diseñen, contraten y expongan las encuestas que los favorecerán rumbo al proceso electoral. Lo de menos es quién haga y con qué métodos los “estudios”, la exigencia es “posicionarle” bien y requetebién, como si fuera Monreal en la ciudad de México o el Prieto de por acá, que para eso es el pinche poder.
Esas “encuestas” deben contener, al menos, la aprobación del pretenso, la intención del voto por su partido (no importa nada de nada el color), el rechazo del más incómodo y, por supuesto, la calificación positiva del interesado y del que puede serle valedor a la hora de postular.
Como estamos por entrarle a la reelección, todos los que ocupan un cargo andan calientes y moviéndose. Con eso de que la patria no puede realizarse sin ellos…
Ora que todo eso de medirle a los camotes tiene su precio. Académicos de ocasión, casas y empresas al uso, medios de comunicación y todo el personal que se requiere cuestan. El milagro se obra con el erario, que para eso y más se quiere seguir…
