Si usted tiene un Ferrari rojo en México, seguramente despertará sospechas de ser un #lordferrari corrupto; pero si usted lo tiene en Barcelona, quizá sea un Neymar famoso.
La individuación del homo sapiens ha borrado las comunidades tradicionales. El individuo ya solo se afilia a las virtuales, a esas que dan estatus: pone en primerísimo lugar su yo y luego su otro yo.
Raro espécimen es quien no desea un automóvil; es como no querer tener estatus social, un desposeído del objeto más significativo de nuestros tiempos.
Superado el inicial reto de movilidad, la pertenencia a quienes tienen coche es más importante. Y si la marca, el modelo y el lujo crecen, mejor que mejor.
Guanajuato, por ejemplo, ha visto instalarse armadoras de vehículos a rápidos trancos favorecidas por las facilidades enormes que los gobiernos les otorgan. Así se producen más y más vehículos que se adquieren mediante financiamientos que encadenan pago tras pago durante muchos meses. El que compra un coche vive para pagarlo, en el entendimiento de la devaluación automática no bien sale de la agencia.
Los datos oficiales dicen que al comenzar el siglo teníamos unos 600 mil vehículos, algo así como 116 guanajuatenses de cada mil; pero para este año ya andaremos llegando a los dos millones de vehículos de entre los cinco millones de individuos que somos.
Nadie piensa en su coche como un vehículo público: es propiedad privada para definir la privacidad del propietario que lo usa como le venga su regalada gana.
El problema es que la proliferación vehicular nos está asfixiando en muchos sentidos. Para dotar de vialidades a los vehículos privados tenemos que gastarnos el mayor presupuesto público. Los gobiernos solo piensan en la obra vehicular: calles, avenidas, baches y nuevas vialidades para que transiten los particulares. Las calles se van quedando sin peatones para dejar paso a un individuo con su vehículo que ocupa metros cuadrados para nomás él. Así se privatiza el espacio de todos.
Además, el ruido y los gases nos los tenemos que tragar los que solo caminamos o usamos el infame transporte público. ¿Así se construye comunidad? Pos no…