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domingo, abril 27, 2025

Ganar a güebo

Nuestra política electoral no tiene demócratas sino intereses creados.

El sistema de partidos contiene a cuanto grupo, corriente, mafia o como se le denomine que pujan por hacerse de los espacios decisorios para las candidaturas. Los afiliados pueden ser hasta idealistas pero resultan escenografía.

Claro que hay identidades que sienten los colores partidarios: ellos son precisamente quienes se afanan para ir por los votantes que se necesitan, solo que ahora ya no existe aquella “mística” que obligaba a sacrificios, no, hoy si no hay lana para moverse, pus nada de nada.

México tuvo en el profesor Hank González al supremo sacerdote de la política: político pobre, pobre político. Y por tanto, ríos de dinero corren para hacer campañas de cualquier tamaño, y a todos llegan esas aguas turbulentas aunque las escondan como bien se constata en los sucesivos escándalos. El PRI es el maestro insuperado todavía, por eso gana aun cuando sus malquerientes le lanzan anatemas y extremaunciones; el PAN ha sido tocado por el becerro de oro y ya dejó atrás las tablas de su fe. El caso más absurdo es la izquierda que no tiene ni partido siquiera. El PRD es un merequetengue de corrientes que opera cada cual como entiende las contiendas internas y las externas. Morena (divorcio del perredismo) no es un partido, es un movimiento con sus flujos y reflujos, constituido por anti priistas y un jefe supremo, un acedo nacionalista autoritario que exige “un mando único político que represente al pueblo de México con integridad, dignidad y honestidad, porque actualmente no hay autoridad”.

El problema es que todos a una han de ganar sí o sí, a como dé lugar. Y ya…

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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