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viernes, mayo 2, 2025

Gobernar es comunicar

La incredulidad en la que sobreviven los gobernantes de ahora les viene del modito de hablarnos.

La mayoría se hablan a sí mismos, por eso la jerga casi tan indescifrable que utilizan: lenguaje de cripta.

El uso y abuso del discurso premeditado, engolado y con los modismos típicos del cantinflismo han producido el hastío del respetable.

Como nos miran desde arriba, piensan que sus escenarios les mantienen en el estrellato. El verticalismo autoritario del que disfrutan se les ha revertido.

Armar actos para que el funcionario hable y se luzca es cascarón vacío y quebrado. El acarreo para llenar el sillerío sirve para la foto pero nunca ya para el entusiasmo. Y como parece que gobernar es hacer los más actos inaugurales posibles, pues se quedan con sus públicos cautivos que aplauden con desgano, como siguiendo el protocolo obligado.

Que nos digan que van a invertir millonadas en tal o cual obra, el trasfondo sospechoso (con razón) es que ya hubo moches. Que lean en las pantallitas del apuntados lo que no saben decir de su boca, les delata maniquíes. Que sus obras no son amores ni buenas razones, resulta evidente.

Por eso, cuando el país anda enchiladísimo, dolido y encabronado, que nos salgan con discursos a modo para salir del paso del día a día ocurrencial les va minando hasta la ignominia su credibilidad.

Sin confianza en las instituciones y en quienes las encarnan, ningún pueblo puede ser dirigido a proyecto alguno.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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