Entraron en octubre. Dispararon contorsiones. Y se fueron de vacaciones.
A ver. Dice el artículo 115 constitucional que la base de la división territorial y de la organización política y administrativa mexicana es el Municipio Libre “administrado por un Ayuntamiento de elección popular”. Así pues, los partidos políticos postularon candidatos y algunos de ellos se quedaron para integrar un ayuntamiento más o menos plural. Luego entonces, todos son los responsables de lo que pase o deje de pasar en las cosas públicas.
¿Y cuáles son esas cosas municipales públicas? Agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de sus aguas residuales; alumbrado público; limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos; mercados y centrales de abasto; panteones; rastro; calles, parques y jardines y su equipamiento; seguridad pública, policía preventiva municipal y tránsito; además de lo dispuesto por las leyes federales y estatales.
No hay día en que no se queje alguien de lo mal que se atiende cada cosa de esas. De suyo, la queja debiera ser atendida, lo cual resulta inconcebible. Lo peor es que nadie pela en el ayuntamiento ni se les ve caminando por las calles, a no ser montados en su suburban.
Si uno va a exigir, mala cara encontrará; si uno pide, nada se resuelve; si cualquiera acude, dilación o franco desdén.
Allí están los reclamos de limpieza, ruido, espacio público, inseguridad, fetidez y lo que cotidianamente se acumula. Eso ya sería suficiente para ver que muchas cosas no marchan bien.
Ya quisiéramos que se fueran sobre los que se marcharon impunes, aunque sabemos que nada harán y nada les pasará. Pero sí crece la impresión de que, empezando, el gobierno municipal ya terminó porque no se le cree que resolverá algo.