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domingo, abril 27, 2025

Gobiernos basura

La estupidología no es una ciencia todavía pero ya nos deja saber una sentencia: cuando el poder está en manos estúpidas las consecuencias las padecemos todos.

Efectivamente, resulta obvio el mal que causa el funcionariado con sus necedades y dislates. Póngale nombre a su esfera pública y a los personeros que a la mano tenga, y mídale.

Si es en un municipio, las ocurrencias hacen que cada día se estime en poco la labor de los ediles; si de un estado hablamos, basta ver a los gobernadores, a los diputados y a los jueces lo que hacen y dejan de hacer, y sobre todo, cómo lo deciden. Si, en fin, llegamos a las alturas federales, todos directo al socavón de la ignominia.

Enfado, enojo y encabronamiento suscitan los gobiernos; luego es fácil reclamar “que se vayan todos”. Pero lo cierto es que se vuelve a elegir y a dotar de poder para decidir estupideces. Entonces, ¿qué hacer?

Partamos del hecho de que cada político, funcionario y burócrata son de carne, hueso y un pedazo de pescuezo; que de alguna manera los conocemos, que su investidura es efímera de elección en elección, que tienen fecha de caducidad. Pero eso solo puede hacerse si y solo si nos ponemos a separarlos: los son útiles para algo, que se queden; otros, los más, son simples chambistas, pos pa’fuera. Separar el grano de la paja es tarea absolutamente nuestra.

Como no queremos todos meternos a un partido político, allí donde se postulan y lanzan a los gobernantes, pues nos obligamos a ver que esas organizaciones no nos ofrezcan más imbéciles y arribistas que nomás quieren hacerse ricos a la de ya a nuestras costillas.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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