Las inscripciones a las carreras profesionales dedicadas a la cosa pública están alicaídas.
Mientras se creyó que se prepararía a los relevos con cierto rigor para hacerse cargo de los graves asuntos de las administraciones públicas, resulta que los puestos han sido tomados por ignorantes, frívolos y oportunistas, de esos que ni siquiera quieren asesores serios, quieren las plazas para los suyos. Se decretó hace años: Lealtad más que capacidad.
A cualquier orden de gobierno, a todas sus dependencias y órganos públicos de todo tipo les podemos ver cómo están sujetos a la puerilidad y a querernos ver la cara impunemente. Y no importan los signos partidarios, es el mal de muchos y sin consuelo de alguno.
Ya no digamos que la criminalidad obligaría a otras actuaciones; en realidad toda la fiesta banal en la que se empeñan les sirve para distraernos y evitar reclamos más que justificados. Mientras hombres y mujeres públicos andan en la fiesta mediática y enredados en sus actuaciones feisbuqueras, tiktokeras, instagrameras y demás, los compadres hacen negocios de todo tipo cobijados por sus valedores gubernamentales que otorgan y privilegian.
¿Alguien cree realmente que los dictados del morena los ajustarán? ¿Piensa usted que el panismo tiene perdón de sus pecados? ¿Acaso el priismo dejará de chapulinear? ¿Y los que quieren ser, serán?
Pobre México, tan cerca de los circos con animales bípedos y tan lejos de la seriedad.
