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viernes, marzo 29, 2024

Hablar por hablar

¿Alguien de por aquí se enteró de los informes del gobernador y del fiscal? ¿Les metió el diente?

Entre nosotros informa el procurador de derechos humanos, informa el ministerio público, informan los consejos, informa el ejecutivo (gobernador y funcionarios), informa la auditoría estatal, informan los sujetos fiscalizados, informa el tribunal de justicia y los diputados y ayuntamientos nomás fijan sus posturas. Aquí todo mundo informa. Pero de rendir cuentas, nadie.

Hay, sí, disposiciones que obligan a ciertos mecanismos para fiscalizar y controlar los recursos públicos, y hasta ahí. Lo que rifa es simplemente enterar con un documento que nadie obliga a leer y menos a desmenuzar. Así ha sido siempre.

Por esa práctica es que los informes oficiales son puras habladas en las palestras. Se organizan ceremonias para el lucimiento del informante. Se acarrea gente que llene los aforos y se determinan los lugares privilegiados para los propios que aplauden y lanzan felicitaciones ensalzando al hablador. Los comelitones y fiestones son antológicos para los invitados. Todo pagado por el erario. Y tan tan.

Las élites políticas que informan lo que quieren y como quieren parten de la circunstancia de que no hay sociedad que ejerza la vigilancia y las evaluaciones rigurosas permanentemente, en tiempo real, para verificar y exigir que los informantes estén apegados estrictamente a la ley, que los recursos puestos a sus decisiones sean controlados y fiscalizados y, sobremanera, que todo eso sea hecho público con la máxima comunicación.

Informar es su confort; exigir es nuestra obligación.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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