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martes, abril 29, 2025

Imagen pública

En la era del espectáculo, todo es bordado de imaginería corriente.
El show business es representación de las ficciones entretenidas en la medida en que esa industria ha crecido hasta mover altas cantidades del producto.
El mundillo actoral forma figuras al uso del negocio y sus franquicias suben o bajan en un mercado altamente competitivo.
Pero que la esfera pública-política se quiera mover en esas coordenadas no deja más que ridículos.
Todo actor político vive de su imagen pública. Caracteriza lo que aspira a representar. Se supondría que a la sociedad de la que proviene. Sin embargo, cada vez más estamos ante la reproducción de máscaras y artificios de pura apariencia.
Ya no hay político (de la filiación que sea) que no aspire a “subir”, que no quiera vivir como viven los de “arriba”; de ahí el traje de marca obligado, los vehículos indispensables, las residencias y propiedades, amén de los negocios -lícitos e ilícitos- que van aparejados con el tráfico de influencias.
Si alguien quisiera entender eso de las ideologías extraviadas, allí, en esa “aspiración” está el punto que iguala a las figuras que se meten y viven de la cosa pública. Ni tenemos demócratas ni republicanos, al contrario, individualismo autócrata y deseos principescos.
No hay nada como tener palacios donde despachar, con montones de lambiscones que evitan todo contacto molesto para el jefe; y qué mejor que moverse en vehículos de alta gama, para ostentar la “dignidad” investida.
Así, por todo eso, toda la “rendición” de cuentas resulta elegía vulgar y sus “obras” mentidero de millonadas previamente mochadas para sostener la aspiración de ser “señor”.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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