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jueves, abril 25, 2024

Infopobres

México es hijo de Televisa, su verdadera Alma Mater. De esa empresa aprendimos quiénes eran las ídolos populares, que consumir, cómo hablar, que moditos utilizar, que modas seguir, incluso a reír, llorar y rezar.

Nueve de cada diez casas mexicanas tienes televisión y en la mitad de ellas se ve el canal de las estrellas con sus noticias, películas, telenovelas y deportes que controla también Televisa. Azteca, Imagen y otras apenas sí le pintan caracolitos.

Bueno, pues a esa calamidad se le entrega la educación por venir. Como no puede ni debe haber escuelas como antes de la pandemia, el gobierno federal (habrá que ver qué harán los del estatal) decidió que las clases serán transmitidas por televisión abierta. Pero como sabemos, esa tele es unidireccional, nos lanza sus contenidos y nosotros (la audiencia) los recibimos como consumidores. Ese método reforzará la “educación bancaria”, esa que simplemente deposita cosas en los estudiantes; cambian los profesores depositantes por quién sabe quién que aparecerá en pantalla.

La experiencia de estos meses, que obligó a utilizar la red en casa, ha dejado clarísimo lo que ya sabíamos: no tenemos internet accesible, rápido y es caro; tampoco resulta fácil tener computadora, tableta y, acaso, un celular (ya 8 de cada diez tenemos uno). La razón primera y última es que eso cuesta mucho dinero para el grueso de la población. Como no hay una política pública que otorgue ese equipamiento para el hogar, lo más fácil resulta echar mano de la tele. Pero, y los profes, ¿qué van a hacer? ¿mirar en la tele cosas que ellos no prepararon? Ni siquiera tendrán la experiencia de las telesecundarias de los sesenta para acá, esas donde ni electricidad había y las teles se descomponían.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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