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sábado, abril 19, 2025

Inútiles

¿Qué tiene de épico hacer en México una elección de Estado? Nada, está en nuestra sangre.

Que el presidente exclame “¡misión cumplida!” la misma noche en que su movimiento se hace con el poder, era previsible.

Que el influjo de la marca “morena” haya atraído los votos que tuvo, tampoco tiene mucha ciencia. Sabemos que ese movimiento drena todo lo que se encuentra y lo usa para su éxito.

Todos nos dimos cuenta que la campaña morenista comenzó hace cinco años: el presidente como eje articulador y factor decisivo, decidió quién le sucedería, y la preparó, la hizo jefa de gobierno de la ciudad de México, dirigió a su movimiento hacia ella y dispuso que todos los recursos acumulados por su poder se usaran para apuntalar y empujar a la elegida. Como fue.

AMLO sí tenía una misión: Concentrar el poder en sus manos y hacer de su movimiento el único ganador. Lo cumplió. Para ello usó todo el poder, destacadamente el dinero público.

Sus opositores nunca lo enfrentaron en su terreno; siempre se anduvieron por las ramas del reclamo Y a la hora de tener candidato, el presidente mismo se las lanzó. Pero la elegida no tuvo partido ni movimiento. La marea rosa y sus alas no alcanzaron a organizarse para enfrentar al presidente con los suyos. Por eso perdieron.

Ahora ha quedado clarísimo que México no tiene partidos políticos. Tiene cascarones burocráticos que ya no dan pelea y tiene un movimiento oportunista que alcanzó una buena ola pero que va a sentir el reflujo tarde que temprano.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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