Pues vino y se fue. Y todo igual.
Vino el presidente y se reunió con el gobernador. Cuando mucho una que otra declaración, una que otra presunción y algunos soldados de más. Eso es todo. Guanajuato seguirá siendo lo que es. La propaganda oficial dirá misas a las que nomás sus fieles van. Y ya.
La inseguridad criminal y la impunidad seguirán señoreándonos.
Los desaparecidos, desaparecerán.
Las buscadoras seguirán buscando.
Las Naciones Unidas que nos visitaron dirán lo evidente: todo está junto con pegado.
Nuestros policías seguirán siendo lo que son: personas reclutadas del vulgo para una función que no entienden ni comparten. Simple chamba. Sus jefes seguirán siendo los ganones. Los políticos fingirán que hacen y reclamarán y asignarán más y más dinero de oquis. Los legisladores, que no entienden nada ni representan nada, seguirán ampliando catálogos de delitos y colocando funcionarios sin control.
Las cárceles serán llenadas con el pobrerío sin dinero para escapar. Los influyentes, en cambio, saldrán para “llevar sus procesos en libertad”. Y otra vez se dirá: “si las cárceles están llenas es que estamos trabajando”.
Los guanajuatenses de cuarenta y seis municipios no sabemos ni entendemos cómo pacificar nuestro territorio. Nuestros políticos menos. Los criminales sí saben cómo jodernos. Así vivimos entre la ignorancia y el pleno conocimiento de las cosas. Nosotros nos jodemos y ellos nos joden.