Qué chistoso es el sketch protagonizado por la actriz Carmen Salinas y los airados por ella.
Carmen Salinas es harto conocida en el medio farandulero y son muy sabidas sus aficiones al PRI y a las Chivas de Guadalajara. Por todo eso, su larga vida le ha dado popularidad, aplauso del pueblo. Y por eso a mí no me extrañó su postulación en la lista de diputados priistas.
La popular actriz fue seleccionada por el PRI como candidata y los votos priistas la eligieron diputada federal. En tales actos no hay nada reprochable, legalmente ni éticamente: un partido tiene sus criterios de selección y hay mecanismos legítimos para resolver.
Ah, otra cosa es que a los opositores del PRI y, sobre todo a los antipriistas, no les haga ninguna gracia que ese partido logre las posiciones que alcanza. Pero ni modo, así es la democracia electoral.
La señora Salinas tiene ganada su curul por los mecanismos legales y por su derecho constitucional de ser elegida, se dedique a lo que se dedique y hable como hable. Ora resulta que semos pacatos…
La neta es que estamos asistiendo a una andanada antidemocrática que tiene en los prejuicios sobreideologizados sus “fundamentos”. Se trata del antiparlamentarismo que hace ver al Congreso y a los legisladores como lo peor de la política, así sin más, todos a una al caño (misoginia incluída). Además, es una cargada contra el sistema electoral, ese que tanto ha costado edificar a pesar de los pesares. Y por si faltara, el antipartidismo tiene en el PRI su eje central. Todos los ingredientes de anti todo.
Pero como a mí me divierte la comedia, rechazo el despropósito de los abajo firmantes e impulsores del autoritarismo iluminado y sin control que pretenden quitar a esa mujer su curul.