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viernes, abril 26, 2024

La fuga de Nicéforo

El abandono de la responsabilidad política ha sido el signo del viejo político priista que engañó a medio Guanajuato. Desde que se hizo de la candidatura, armada como clavo ardiendo ante la urgencia de evitar repetir al panismo inútil en la capital estatal, el hijo de papá ilustre daba señales de su personalidad traicionera. Ni sirvió al PRI ni le sirvió al PRD para justificar una inexplicable alianza.

Hombre en fuga, sus días en la alcaldía fueron las de un fastidiado: en lugar del gran poder, encontró una ciudad vieja, empobrecida y malhumorada. Sus goces no estuvieron en el ejercicio del poder municipal; estuvieron lejos, en su verdadera residencia (Cuernavaca), en sus comelitonas y tertulias en México y, desde luego, en sus viajes por el mundo.

Su relación con los electores que le votamos simplemente fue la de un majaderillo: imposible hablar con razones a un necio y porfiado, aferrado a su parecer. Y con él, sus funcionarios y hasta los ediles. Construyeron así la peor animadversión que ayuntamiento antes tuviera.

La conseja que él hizo pública del cobro diezmero a los beneficiarios de la obra municipal denota el cinismo de una práctica corrupta: hacer como que se gobierna haciendo obra pública. Que la gente de carne y hueso se atenga a sí misma. Y de sus obras, ninguna le enaltece y sí se le pueden fincar responsabilidades. Ya aparecerán los datos de cuanta concesión, licitación y adjudicación se hizo.

Pésimo político, fue incapaz siquiera de establecer una relación con gobierno del estado. No lograron una mínima complicidad esos truhanes.

Traficante de influencias, va por el mundo político tocándole a todas, a ver si pega alguna. Epítome del peor priismo, es el ejemplo vivo de lo que no debe seguir.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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