Cuando la palabra de un político no se respeta por él mismo, puede incurrir en mentira y traición.
El actual presidente municipal de Guanajuato capital se integró, en su momento, al movimiento social Guanajuato Somos Todos surgido en julio de 2010, como resultado de la indignación ante un acuerdo del ayuntamiento priista de entonces que vulneraría el patrimonio ecológico, histórico, cultural y urbanístico de la ciudad, al abrir la posibilidad de urbanizar el área denominada “Granja La Bufa”, lo que condujo a la amplia victoria popular en el único plebiscito de la historia guanajuatense del 5 de diciembre de ese año, que obligó a que la empresa Azacan no afectaría el futuro de La Bufa, El Hormiguero y Los Picachos.
Ahora, cuando el activista de entonces ocupa el cargo de decisión municipal, anuncia su intención de endeudar al municipio con doscientos millones de pesos para construir un edificio administrativo precisamente en esa zona y, hasta que no se desmienta fehacientemente, en colaboración con Azacan.
¿Como él es panista, vio la ocasión entonces de jugarle las contras al priismo así nomás? ¿El posible financiamiento de su campaña electoral reciente le obliga a pagar facturas? ¿No hay mayores prioridades ciudadanas que una obra burocrática?
Puede que la irritación ciudadana suba en sus resoples con el enfado que suscitan decisiones tan incoherentes como la anunciada. Puede ser también que el gobierno municipal termine escenificando una ópera bufa: una administración grotesca haciendo un papelón peor que Nicéforo, que ya es mucho decir.