La peor de nuestras crisis nacionales es que a la mayoría de nuestros políticos les sale lo pendejo por los poros.
A ver. Si la inmensa masa ciudadana ni quiere ni puede dedicarse de tiempo completo a resolver los asuntos comunes, mejor deja que sean los que sí tienen ganas y tiempo para hacerlo. Los políticos son esos que se encargan de las decisiones que nos impactan en seguridad, salud, agua, aire, basura y todo lo que en comunidad necesitamos resolver bien y de buenas. Son profesionales de la cosa pública.
El problema se nos volvió grave cuando hemos tenido que elegir a los que haya. Los partidos políticos, todos, no están hechos en este país para darnos a sus mejores miembros, a los confiables y serios; por el contrario, nos ofrecen a los que se han enquistado en ellos por no saber o no querer hacer nada mejor. Entonces, cuando llegan las elecciones y debemos elegir, las boletas están llenas de impresentables que se aprovechan de nuestro analfabetismo político.
Pasados los procesos electorales, todos esos que se sacan las loterías pueblan a las instituciones no porque sepan de ellas y de sus funciones, sino porque de ellas se van a aprovechar. Desean el poder para sí mismos y para sus proyectos. Nos mienten, nos engañan con hartas palabras para decirnos que lo mejor está llegando. Y así elecciones y gobiernos pasan sin que nuestra convivencia sea mejor.
Basta de hablar de corrupción, de todas maneras unos y otros nomás de tapaderas y de cuando en cuando vengativos. Lo vil es que los inútiles partidarios siguen y siguen llegando a decir y hacer cada tontería que nos deja con la boca abierta. Somos lo que elegimos, que le vamos a hacer…