Guanajuato es la envidia de la 4t. Aquí hace treinta años que todos los poderes se parasitan sin mayor espasmo.
Aquí se tienen diputados a modo y sin mover comas. Tenemos jueces que van y vienen de los puestos oficiales. Los gobernadores mandan aunque sean tan malos como Diego.
Larga historia que viene del autoritarismo priista que reverdeció en estas tierras.
Un día, un panista de esos que van y vienen, me dijo que ellos no eran corporativistas, y sí, no tienen sectores aunque tienen organizaciones múltiples que se financian del erario y que sirven a la hora de las elecciones, por ejemplo.
La 4t cuenta dinero delante de los pobres; el panismo lo lleva a la clerecía y a sus adláteres, año tras año desde el presupuesto.
Los diputados blanquiazules no operan por sí mismos, como lo hacen los de San Lázaro. Deben disciplinarse al deseo y órdenes del ejecutivo. Y si las minorías parlamentarias la hacen de tos, entonces se aplica la vieja plancha: somos la mayoría que manda y se chingan. Esa es práctica vieja, priista, y muy utilizada por sus réditos.
También está la congeladora. Usted como oposición propone algo y se recibe para, inmediatamente, enviarla al congelador. En las cámaras se hace lo que la mayoría aplica; nada de que las minorías tienen algo de razón. La razón del gobierno es la única que rifa.
Así que en nuestros horizontes no hay nada nuevo bajo el sol político. Son igualitos.