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viernes, abril 26, 2024

La república es mujer

En el devenir histórico mexicano hemos tropezado siempre con dos defectos: la igualdad de género y la construcción de la cosa pública.

Todas nuestras constituciones toparon con pared, y hasta la fecha. El titular actual del poder ejecutivo se llama a sí mismo presidente de México. Casi como desliz alguna vez se le denomina con el nombre oficial. Los estados andan al troche moche padeciendo el centralismo que nunca nos ha abandonado, tanto que hasta pronunciamientos y desgajes hay. Y del piso básico del edificio, el municipio, pa’ puras vergüenzas. ¿Por qué es importante ocuparse de la república? Pues porque en su desorden todos perdemos. Se supone que cada componente tienen sus atribuciones y que sus administraciones resuelven las funciones que les dan origen. Y en todas ellas deben observarse las garantías que, reza la carta, todos debemos gozar: las libertades, la justicia, la educación, la salud, la igualdad ante la ley. Pero la disfuncionalidad institucional obstaculiza y niega en la vida cotidiana lo escrito en ley.

Y son las mujeres las que en mayor medida padecen el caos, simplemente porque ya son más. Ellas sufren al machismo histórico, a la impunidad (3 de cada 100 homicidios de mujeres apenas tienen sentencia) cuando año tras año aumenta la violencia contra ellas; las políticas pública se reducen y casi quedan algunas de adorno de funcionarios; vamos, ni siquiera el presidente usa la palabra mujer. Nuestras convulsiones nacionales vienen de ahí.

Ruth Bader Ginsburg, la famosa jueza sentenció: “Las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman las decisiones”. Y esos lugares son los gobiernos. Y ya son más electoras que electores para el año próximo.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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