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miércoles, abril 24, 2024

Los cadeneros

En los antros hay unos individuos que dejan o no entrar a quienes ellos deciden.  Nuestros partidos políticos, a esa semejanza, también tienen a sus cadeneros.

Quien puede entrar al jardín de los milagros, se decide por los que custodian y viven de la marca partidaria; pueden ingresar a los eventos primordiales los que tengan fidelidad con los mandones y bailarán en las elecciones siempre y cuando aporten algo útil para la permanencia política.

Reclutar miembros de un partido no es tarea fácil. En primerísimo lugar, alguien influyente debe conocerte; solo los escuálidos partiditos van por ahí buscando afiliar  y hasta postular. Las marcas más famosas no permiten la entrada nomás porque sí. Los jefes avalan o no a los prospectos, dependiendo de qué sirven.

Esos filtros han prohijado partidos políticos privados, que responden a los intereses de los jefes o, peor, del Jefe. Por tanto, esos intereses son los que se cuidan al detalle a la hora de postular candidatos a los puestos de elección. Las diputaciones ya no son representaciones populares, son gajos disciplinados de los que controlan el poder. Tener mayoría absoluta es la orden para hacer y deshacer.

Los grandes ayuntamientos son también motivo de especial cuidado para dejar a sus personeros colocados. Allí se juegan muchas cosas, sobre todo el manejo de poblaciones y los recursos que implican. En los lugares menos importantes, algo se puede perder, pero no tanto que manche el absoluto color que se desea.

No tendremos sorpresas con lo que nos ofrezcan los partidos –y menos con la reelección. Ya resuelto en su interior nuestro destino, a nosotros nomás el voto para avalarles su juego.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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